TRAS
años de insistirle, el Maestro me confió el secreto:
―El
ingrediente final para que la fórmula sea efectiva es la sangre completa de la
mujer amada.
Quise
saber más:
―Maestro,
¿por qué usted nunca repitió el experimento?
Me
miró con el ceño fruncido; luego caminó hasta la puerta y, antes de abandonar
el laboratorio, dijo:
―Pensé
que no eras tan idiota como yo. ¿Crees acaso que después de hacer oro alguien
se vuelve a enamorar?
.
7 comentarios:
No, desde luego. No creo posible el volverse a enamorar después de este experimento. :)
Hola Gabriel, ¡hacía tiempo que no me paseaba por tus letras! Veo que siguen con buena salud y que entre las alquimias de tus relatos siempre se pueden encontrar buenas pócimas.
Un abrazo muy grande y ¡Feliz Navidad!
Después de hacer oro y antes, porque vaciar la sangre de la mujer amada... en fin :)
Me gusta el poso que deja el relato.
Besos
Genial, no se puede decir más en menos palabras. Admiro tu capacidad de sorprenderme siempre de forma tan atinada.
Un abrazo navideño.
La palabra justa, el sentimiento justo, muy bueno Gabriel. Cariños
Gracias, Laura. Sí, por ahora mis letras parece que andan bien; con algo de catarro, eso sí, pero bien ;)
¡Es la fiebre del oro, Anita!
Gracias, Francisco. Espero que esa capacidad me siga siendo fiel durante el 2014.
Gracias, Elise.
Saludos navideños
Sin palabras, me limito a aplaudir.
Gracias, Miguelángel.
Saludos navideños
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