miércoles, 15 de febrero de 2012

Sobre «Tatuaje», de Ednodio Quintero























En cierta ocasión la minificcionista Manuela Fernández preguntó y se preguntabaen un foro lo siguiente: ¿Es imprescindible que las minificciones tiendan siempre a la hiperbrevedad?
Mi respuesta a su inquietud fue un categórico no, sustentado, a modo de ejemplo, en el caso de la reescritura del texto Tatuaje, de Ednodio Quintero, que ahora traigo hasta ustedes.
La primera versión de Tatuaje pertenece al libro La muerte viaja a caballo* (1974). Años después, Quintero, ya dueño de una mayor solvencia literaria, vuelve a los cuentos de La muerte... y los reelabora para La línea de la vida (1988). Según palabras de la ensayista Violeta Rojo: «Con este libro, (Quintero) nos hace descubrir que LA BREVEDAD NO DEBE SER DESPOJADA Y QUE MENOS NO NECESARIAMENTE ES MÁS. Analizar los escuetos cuentos del primer libro comparándolos con los precisos pero estéticamente más correctos del segundo es una experiencia deliciosa».**
Comparemos, pues, ambas versiones de Tatuaje:
TATUAJE (primera versión)
De «La muerte viaja a caballo», 1974
CUANDO su prometido regresó del mar se casaron. El había aprendido el arte del tatuaje y alguna otra cosa. Dibujó con sumo cuidado —en el vientre de ella— un hermoso puñal. El hombre murió una tarde y ella pasó muchos días nadando en lágrimas. El otro comenzó a rondarla. Tanto insistió que al fin ella cedió. Nunca se supo cómo el hombre desnudo se le quedó muerto encima, atravesado por el puñal.
(72 palabras)
TATUAJE (segunda versión)
De «La línea de la vida», 1988
CUANDO su prometido regresó del mar, se casaron. En su viaje a las islas orientales, el marido había aprendido con esmero el arte del tatuaje. La noche misma de la boda, ante el asombro de su amada, puso en práctica sus habilidades: armado de agujas, tinta china y colorantes vegetales dibujó en el vientre de la mujer un hermoso, enigmático y afilado puñal.
La felicidad de la pareja fue intensa, y como ocurre en esos casos, breve. En el cuerpo del hombre revivió alguna extraña enfermedad contraída en las islas pantanosas del oeste. Y una tarde, frente al mar, con la mirada perdida en la línea vaga del horizonte, el marinero emprendió el ansiado viaje a la eternidad.
En la soledad de su aposento, la mujer daba rienda suelta a su llanto y a ratos, como si en ello encontrase algún consuelo, se acariciaba el vientre adornado por el precioso puñal.
El dolor fue intenso, y también breve. El otro, hombre de tierra firme, comenzó a rondarla. Ella, al principio esquiva y recatada, lentamente fue cediendo terreno. Concertaron una cita; y la noche convenida ella lo aguardó desnuda en la penumbra del cuarto. Y en el fragor del combate, el amante, recio e impetuoso, se le quedó muerto encima, atravesado por el puñal.
(213 palabras)
Tras la deliciosa experiencia de comparar ambas versiones —como apunta Violeta Rojo—, las 73 palabras de la primera me saben a bastante poco, a un mero esbozo o una idea a desarrollar, frente a las 213 palabras tan bien puestas de la segunda.  
También he de señalar que otro mito que rompe Quintero —aparte del de la preeminencia de la brevedad extrema, dentro del género, claro— es el referido al uso de los adjetivos, que vienen a ser habitualmente lo más próximo a la encarnación del demonio entre los minificcionistas, y de los que el autor hace gala con sobrada eficiencia.
Me permito, además, citar las palabras de la escritora Isabel Segura Boutry sobre el presente caso:
«He aquí un buen ejemplo de que lo bello si breve dos veces bello no siempre se cumple.
La segunda versión es claramente superior a la primera no sólo por el uso de adjetivos siempre precisos (y por tanto preciosos), sino también por ese tono de sutil ironía que la impregna como una bruma marinera. Sin contar con que ese primer Tatuaje de 1974 es más breve, sí, pero demasiado aséptico, quizá porque sintetiza al estilo telegráfico sin llegar a serlo, hay detalles que quedan varados en la arena como nadando en lágrimas que chirrían con frases sintéticas como El otro comenzó a rondarla».
Personalmente creo que no ha de ponderarse un microrrelato por su brevedad en sí misma sino que se lo hará en base al uso preciso, lúcido y cabal del lenguaje; sin olvidar que precisión no significa concisión (como tampoco ha de olvidarse que un microrrelato no tiene por qué estar exento de cierta atmósfera por mínima que sea). Poca o nada importa que un texto tenga 15, 200 ó 350 palabras; lo que ha de estimarse siempre es la propiedad de una extensión puesta al servicio de un discurso narrativo.
Dicho lo dicho, invito a cada uno de los lectores a que saquen sus propias conclusiones.
Bibliografía: Minicuentos y textos breves en la literatura venezolana del siglo XX, Violeta Rojo.
* Este libro se caracteriza por una especie de regionalismo de personajes obsesionados que a veces se entremezcla con el realismo mágico, otras con la intertextualidad culta aunque más a menudo con la literatura fantástica. (Violeta Rojo, obra citada).
** En los 90, en Cabeza de cabra y otros relatos hace la misma operación (retomar y reescribir) con siete de sus minicuentos de los 70. (Violeta Rojo, obra citada).
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3 comentarios:

Enmascarado dijo...

Qué bueno Gabriel, una entrada muy atractiva.
El primer texto, al ser tan bueno y sustancioso, hace parecer que es la esencia o el resumen del largo, sin embargo no es así, ya que cronológicamente es anterior, pero el desarrollo del texto por parte del mismo autor lo hace genial.
No soy escritor, pero pienso que es la base de cualquier libro. Una idea que se va desarrollando y en la que hay que cuidar de manejar el desenlace a tiempo.
Saludos.

Mar Horno dijo...

Me ha gustado mucho la entrada de hoy Gabriel. La he disfrutado mucho. Me quedo con lo de que la extensión debe estar al servicio del discurso narrativo. Este tatuaje me ha resultado delicioso. Sin duda me quedo con el segundo, me sacia por completo. Un abrazo.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Sí, Enmascarado, la primera versión parece la anotación de una idea o la esencia, como dices, para su posterior desarrollo. En todo caso es muy significativo comparar ambas versiones.

Gracias, Mar. Un gusto que te haya parecido interesante la entrada.


Saludos cordiales

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