miércoles, 20 de julio de 2016

Una visita inesperada



MIENTRAS resolvía a disgusto ecuaciones de primer grado, un castillo diminuto se desplazó desde una esquina a otra de mi escritorio. Instintivamente miré hacia la biblioteca. Faltaba un libro. Me puse en pie y el castillo saltó al suelo y se encaminó hacia la puerta. «¡No temas!», le dije, «sólo quiero saber si sos el castillo del mago Howl». Una luz intensa brotó de su interior. «¡Calcifer!», exclamé, y el demonio de fuego que alimenta el hogar y mueve al castillo, volvió a palpitar con fuerza. Entonces le pregunté por Sophie, por Howl, por Michael…; debí de abrumarlo, porque el castillo marchó hasta el libro de Diana Wynne Jones —oculto bajo mi almohada— y se zambulló entre sus páginas.  El splash me empapó la cara de palabras. Angustiado, me apresuré a leer: «En el reino de Ingary, donde existen cosas como las botas de siete leguas y las capas de invisibilidad, ser el mayor de tres hermanos es una desgracia». Parecía que todo estaba en orden, así que cerré el libro y lo coloqué de nuevo en la biblioteca. Durante varias semanas no ocurrió ningún otro incidente. Pero una tarde, al volver de la escuela, faltaban dos libros de mi biblioteca. Uno era, lógicamente, «El castillo ambulante»; del otro no tuve ni idea hasta que, a lomos del mismo, el castillo apareció con una niña a través del espejo.
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martes, 5 de julio de 2016

Como ayer



HACE TRES MESES que su padre murió, y recién ahora ha conseguido reunir fuerzas para volver a la que por casi treinta años también fuera su casa. Tras abrir de par en par las ventanas del living y del comedor, se queda de pie en el umbral de la cocina. Sobre la mesa parece aguardarlo la vetusta radio de su padre. Al arrimarse a ella, le crece el recuerdo de su viejo tomando mate y canturreando los tangos que todas las mañanas escuchaba religiosamente por Radio Splendid; mientras él, apenas un purrete, lo acompañaba tomando la leche. Entonces enciende la radio. Y los acordes de «La cumparsita», el tango preferido de su padre, colman, como ayer, cada rincón de la cocina. Poco importa que el cable de la radio esté desconectado.
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Como ayer, leído por Juan Morán, durante la emisión del programa Wonderland (a partir del minuto 33) del pasado 20 de febrero.


Como ayer, leído por Ana Vidal, durante la emisión del programa número 20 de Soles en el ocaso (a partir del minuto 51) del pasado 16 de marzo.

Gracias a ambos por sus lecturas.
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