lunes, 29 de noviembre de 2010

Cuenta 140

Sascha Huettenhain, Wheel of a nude


La ira y su destino

Pateó la rueda del tiempo y todos terminamos en una isla desierta.

De la inutilidad de los testigos

A pesar de la larga lista de crímenes que se le imputan, en las ruedas de reconocimiento nadie ha podido identificar al hombre invisible.



Estos hiperbreves resultaron finalistas del concurso Cuenta 140 que organiza el Cultural.es, cuyo tema, en la semana del 23 al 25 de noviembre, era: La rueda.


Foto © Sascha Huettenhain, Wheel of a nude

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Cartas 01


Riesgos de la mente

Tengo una amante imaginaria. Me preocupa que haya comenzado a escribirme.

UTC

La carta ponía «Te mataré a las 4 PM». Miró el reloj, las seis, y sonrió por última vez. Ignoraba que el asesino se refería a la hora Zulú.



Estos hiperbreves también resultaron finalistas, pero en la semana del 9 al 11 de noviembre y cuyo tema era: El correo.


En todos los casos los títulos son provisionales y están abiertos a sugerencias.

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miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿Cómo se forma un lector?

Kayceeus, Nancy Drew


¿Cómo se forma un lector? De la misma manera que un jugador de dominó o de ajedrez. La lectura auténtica es un hábito placentero, es un juego —nada es más serio que un juego—. Hace falta que alguien nos inicie. Que juegue con nosotros. Que nos contagie su gusto por jugar. Que nos explique las reglas. Es decir, hace falta que alguien lea con nosotros. En voz alta para que aprendamos a dar sentido a nuestra lectura; para que aprendamos a reconocer lo que dicen las palabras. Con gusto, para que nos contagie. La costumbre de leer no se enseña, se contagia. Si queremos formar lectores hace falta que leamos con nuestros niños, con nuestros alumnos, con nuestros hermanos, con nuestros amigos, con la gente que queremos. Se aprende a leer leyendo.


Felipe Garrido, El buen lector se hace, no nace


Foto © Kayceeus, Nancy Drew

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martes, 16 de noviembre de 2010

La buena amiga

Amigas, Marceau y Bellucci


A MÍ ME GUSTA dejarme los calcetines puestos cuando hacemos el amor. A María le encanta hacerlo los días de lluvia. El problema es que a ambos nos desagrada lo que al otro le apetece. Tras numerosas discusiones acordamos aunar lluvia y calcetines. Funcionó hasta que Irene, la amiga abogada de María, le metió en la cabeza que lo mío con seguridad ocultaba alguna patología. Dicho lo cual, le ofreció sus servicios profesionales dado el inminente divorcio que avizoraba. Al saberlo, fui a buscarla y la increpé en medio de un alegato. Me detuvieron, pero Irene intercedió por mí: un indicio de humanidad que no le esperaba. Además, me invitó una copa. Al rato sonó el celular de Irene. Era María. Irene le dijo que no se preocupara, que me había puesto en mi lugar; mientras, clandestinamente, no dejaba de acariciarme por sobre los calcetines con su tortuga de juguete.


Safe Creative #1011027749826


El presente texto resultó seleccionado del mes de octubre de 2010 en el III Concurso de Microrrelatos sobre abogados.

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viernes, 12 de noviembre de 2010

Los cocodrilos del escritor

Helga Broel, Jumping Crocodile


Los cocodrilos del escritor

[RECETAS EXPRESS PARA MEJORAR NUESTROS RELATOS, V]

Por Isabel Cañelles


Como aprendices de escritor es importante que aprendamos a detectar —y a aceptar— el punto del camino en el que nos encontramos. Si un niño que está dando sus primeros pasos pretende correr los cien metros lisos, se estampará contra el suelo. Por suerte o por desgracia, los niños son más listos que los adultos.


Cuando practicamos la escritura, avanzamos por un estrecho e inestable tablón sobre el agua. A nuestra derecha asoma el cocodrilo de la autocomplacencia. Si nos dejamos arrastrar hacia allí, daremos por bueno lo primero que nos salga, tomaremos la senda de lo cómodo, nuestros textos estarán plagados de tópicos y nos ofenderemos terriblemente si a alguien se le ocurre poner en duda su excelencia. A nuestra izquierda está el cocodrilo de la invalidación. Si caemos en sus fauces, nos bloquearemos a cada instante, todo lo que escribamos se nos hará incoherente y plagado de errores y careceremos del valor necesario para meter la pata. En realidad, es un mismo cocodrilo con dos cabezas, pues uno puede ir de un extremo al otro sin poder salir de ese agotador y mortífero vaivén.


Avanzar por el tablón consiste, sin embargo, en aceptar nuestras limitaciones (y también nuestras cualidades) en cada momento y ponerlas a nuestro favor para, dentro de esos límites, confeccionar el mejor texto posible.


Fuente: En algún momento tenía que decírtelo


Foto © Helga Broel, Jumping Crocodile

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