miércoles, 29 de agosto de 2012

Evitarás lo autobiográfico



Mi experiencia de profesor me enseñó que, en la mayoría de los casos, lo peor y más débil en la escritura de un estudiante era aquello que verdaderamente ocurrió. No quiero decir que la ficción no pueda tener cierto basamento autobiográfico. De hecho, mis libros lo tienen. Lo que quiero decir es que hay que tener en claro que uno está usando algo que le ocurrió para transformarlo en otra cosa, en ficción. El arte debe ser esencialmente selectivo, y la memoria no lo es cuando, especialmente se trata de invocar eventos traumáticos o trascendentales de nuestras vidas. Yo sugiero que si uno ha tenido un accidente de auto lo convierta en un accidente de avión o tren para así asumir la responsabilidad de inventar algo nuevo a partir de lo ocurrido. Lo verídico de lo que me pudo haber ocurrido no tiene ninguna importancia en lo que hace a lo estrictamente narrativo. Creo que la mayoría de la ficción estrictamente autobiográfica está bajo el yugo de lo mucho que significan para nosotros nuestras desgracias. En nuestra narrativa, la infelicidad es un rasgo de indulgencia. Lo que no quiere decir que no deban utilizarse las sensaciones viscerales, táctiles y físicas más cercanas a la propia experiencia. Todos los buenos escritores las utilizan. No hay que sentirse obligado a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, porque, bueno, uno escribe ficción después de todo.
Del Decálogo de mandamientos irrenunciables, 9º mandamiento
—compilado por Rodrigo Fresán—.

martes, 21 de agosto de 2012

Motivaciones



—¿SABE cuál es para mí su mejor obra, Georges? —pregunta el inspector mientras mueve la reina.
—No sabría decirle… Tal vez “Los sótanos del Majestic” o “Entre los flamencos” —valora Simenon tras realizar un enroque largo—. La verdad, he escrito tantas…
Maigret decide dejar de lado la suficiencia de la frase y se apronta a despejar un flanco con su único alfil. Sonríe:
—Hace poco leí que “El hombre en la calle” es para García Márquez un cuento magistral. Coincido. Aunque reconozco que lo mío pasa por lo extraliterario.
—Ojalá recordara ese cuento para revelar sus motivaciones —titubea el escritor mientras procura una defensa.
—Ah, mi querido Georges, la cosa es bien sencilla: tras resolver ese crimen, Monsieur Stephan Strevzki, el hombre en la calle, me enseñó a jugar al ajedrez —concluye el inspector Maigret al tiempo que, a lomos de un caballo, da por terminada la partida.

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Ha dicho Raúl Brasca del presente texto: Apenas leí los micros que me envió Ficticia supe que el primer premio sería “Motivaciones”, no por un mérito en particular sino porque sumaba varios méritos. [...] Es uno de los micros que llega más lejos a partir de la referencia intertextual. Presenta una situación particular entre un autor y su personaje que pide ser resuelta. Pero también es un diálogo entre dos historias, la explícita contada en el presente de la narración y la implícita en la referencia que el personaje mencionado hace de otro personaje con el que compartió un cuento. De este modo la trama gana en complejidad. Sin embargo, está expuesta con la mayor economía de palabras y con la mayor claridad. El final es impecable y tiene verdadera gracia. “Motivaciones” sobresale en el conjunto como la mejor alianza entre perfección, complejidad y eficacia.
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martes, 14 de agosto de 2012

Fanales



DESDE que nos pusimos de novios, los ojos de Laura han sido como dos fanales en la penumbra de mi alma. Creí que lo nuestro duraría para siempre pero ayer me dijo que había otro y que, si de verdad la amaba, debía dejarla ir. Eso hice, pese a que ella no fue igual de comprensiva y se resistió, violenta e inútilmente, a prescindir de sus ojos.
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viernes, 10 de agosto de 2012

Adjetivos



Un último consejo: cuando leas las palabras de tu libro, marca con una cruz aquellas que califiquen a los sustantivos y a los verbos. Verás que empleas tantas de estas palabras que la mente debe realizar todo un trabajo de concentración en ellas, un trabajo del que uno se cansa pronto. Tú comprendes de inmediato qué quiero decir si escribo: “un hombre se sentó sobre la hierba”. Lo comprendes porque es claro y no se pide ninguna atención especial. En cambio, no se comprende fácilmente, y demanda un innecesario esfuerzo de atención, si escribo que “un hombre alto, de pecho hundido y débil contextura, con una larga barba roja, se sentó sobre la verde hierba ya marchitada por los caminantes y, silenciosamente, miró en torno...” Todo eso no es aprendido rápidamente por la mente, mientras que la buena escritura debe ser comprendida de inmediato, en un segundo.
Antón Chéjov. Carta a Máximo Gorki, 1899.
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lunes, 6 de agosto de 2012

Punto de llegada



I
El tren atraviesa suavemente el océano rubio del trigal. Una mujer, de mediana edad y aún guapa, duerme con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Ignoro quién es ella. Ojalá este viaje durase para siempre, pienso y sonrío.
II
El tren atraviesa suavemente el océano rubio del trigal. Un hombre, de mediana edad y aún guapo, duerme con la cabeza apoyada sobre mi hombro. Ignoro quién es él. Ojalá este viaje durase para siempre, pienso y sonrío.
III
Cuando el vozarrón del guarda los despierta, el hombre y la mujer, sentados frente a frente, se miran y cada uno reconoce en el otro las huellas del sueño. Pudorosos, se evitan, y al recibir los boletos de vuelta, el guarda les informa que están próximos a llegar.
—¿A dónde? —preguntan en una sola voz como si aún no lo supiesen. 
—Al fin de la soledad —responde el guarda mientras se aleja.

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El presente texto ha recibido en el mes de julio próximo pasado una mención en el 2º Certamen de relato corto... para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
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