jueves, 27 de septiembre de 2012

El destino del escritor



Majestades, señoras y señores: El destino del escritor es extraño, salvo que todos los destinos lo son; el destino del escritor es cursar el común de las virtudes humanas, las agonías, las luces; sentir intensamente cada instante de su vida y, como quería Wolser, ser no sólo actor, sino espectador de su vida, también tiene que recordar el pasado, tiene que leer a los clásicos, ya que lo que un hombre puede hacer no es nada, podemos simplemente modificar muy levemente la tradición; el lenguaje es nuestra tradición. El escritor tiene una desventaja: el hecho de tener que operar con palabras, y las palabras, según se sabe, son una materia deleznable. Las palabras, como Horacio no ignoraba, cambian de connotación emocional, de sentido; pero el escritor tiene que resignarse a este manejo, el escritor tiene que sentir, luego soñar, luego dejar que le lleguen las fábulas; conviene que el escritor no intervenga demasiado en su obra, debe ser pasivo, debe ser hospitalario con lo que le llega y debe trabajar esa materia de los sueños, debe escribir y publicar, como decía Alfonso Reyes, para no pasarse la vida corrigiendo los borradores, y así trabaja durante años y se siente solo, vivo en una suerte de sueñosismo; pero si los astros son favorables, uso deliberadamente las metáforas astrológicas, aunque detesto la astrología, llega un momento en el cual descubre que no está solo. En ese momento que le ha llegado, que le llega ahora, descubre que está en el centro de un vasto círculo de amigos, conocidos y desconocidos, de gente que ha leído su obra y que la ha enriquecido, y en ese momento él siente que su vida ha sido justificada. Yo ahora me siento más que justificado, me llega este premio, que lleva el nombre, el máximo nombre de Miguel de Cervantes, y recuerdo la primera vez que leí el Quijote, allá por los años 1908 ó 1907, y creo que sentí, aún entonces, el hecho de que, a pesar del título engañoso, el héroe no es don Quijote, el héroe es aquel hidalgo manchego, o señor provinciano que diríamos ahora, que a fuerza de leer la materia de Bretaña, la materia de Francia, la materia de Roma la Grande, quiere ser un paladín, quiere ser un Amadís de Gaula, por ejemplo, o Palmerín o quien fuera, ese hidalgo que se impone esa tarea que algunas veces consigue: ser don Quijote, y que al final comprueba que no lo es; al final vuelve a ser Alonso Quijano, es decir, que hay realmente ese protagonista que suele olvidarse, este Alonso Quijano. Quiero decir también que me siento muy conmovido, tenía preparadas muchas frases que no puedo recordar ahora, pero hay algo que no quiero olvidar, y es esto: me conmueve mucho el hecho de recibir este honor en manos de un Rey, ya que un Rey, como un Poeta, recibe un destino, acepta un destino y cumple un destino y no lo busca, es decir, se trata de algo fatal, hermosamente fatal, no sé cómo decir mi gratitud, solamente puedo decir mi innumerable agradecimiento a todos ustedes...
Muchas gracias.
Jorge Luis Borges
Discurso al recibir el Premio Cervantes 1979
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miércoles, 19 de septiembre de 2012

El lápiz que quería aparentemente dibujar un círculo



YO, en realidad, quiero dibujar un cuadrado pero mi lápiz porfía. Tal vez los círculos sean más agradables, o tal vez no hagan más que bienvivir de la fama de perfección que les otorgaron  los griegos. De lo que estoy segura es de que no me apetece trazar uno. Así que mi lápiz y yo nos frustramos mutuamente hasta que la mesa, el cesto y el piso terminan rebosantes de hojas. Reprimo a duras penas el deseo de hacerlo astillas o, al menos, de quebrarle la punta y castigarlo al fondo de la cartuchera. Lo cierto es que, dado que con él he producido mis dibujos más artísticos, finalmente le permito que guíe mi mano. Tras ponderar el círculo fraguado como bastante defectuoso, me levanto para desentumecer las piernas. Entonces el lápiz hace lo propio y baila sobre el papel para agregarle al dibujo una línea ondulante a cuyo extremo se ata con serena resolución.
Podría haberle cerrado la ventana en las narices o pinchado el globo. En lugar de eso, me reclino sobre el marco y contemplo —no sin envidia— su huida, el balanceo pendular de quien acaba de aprender a dibujar sonrisas en el aire.

domingo, 16 de septiembre de 2012

El beso de la muerte



Cuando he empezado un proyecto no paro, y sólo bajo el ritmo si es imprescindible. Si no escribo a diario empiezan a ponérseme rancio los personajes, con el resultado de que ya no parecen gente real, sino eso, personajes.  Empieza a oxidarse el filo narrativo del escritor, y yo a perder el control del argumento y el ritmo de la narración. Lo peor es que se debilita el entusiasmo de crear algo nuevo; empiezas a tener la sensación de que trabajas, sensación que para la mayoría de los escritores es el beso de la muerte. Cuando se escribe mejor (siempre, siempre, siempre) es cuando el escritor lo vive como una especie de juego inspirado. Yo, si quiero, puedo escribir a sangre fría, pero me gusta más cuando es algo fresco y quema tanto que casi no se puede tocar.
Stephen King
 Mientras escribo
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jueves, 6 de septiembre de 2012

Sueño de una noche de verano



AL ABRIR la ventana del dormitorio para que ingrese aire fresco le llaman la atención las cortinas del departamento de enfrente. “Son azules como las aguas del mar”, dice, mientras una mujer joven y curvilínea las descorre un par de palmos. El hombre se alegra de no haber encendido la luz cuando instantes después la muchacha se aleja de la ventana, se desviste y comienza a peinarse parsimoniosamente en la cama. Tras un largo rato la mujer se levanta, abre los vidrios de la ventana y se queda de pie entre las cortinas que una imprevista racha de viento agita como si fueran olas. Su rostro ovalado se vela y se desvela en ese vaivén azul. Al fin el aire se amansa y ella mira hacia el departamento del hombre, sonríe y comienza a cantar. Su voz se le antoja a él poblada de madréporas, hipocampos y delfines. Absorto comienza a bracear.
Cuando la sirena enloquecida de una ambulancia ahoga momentáneamente aquel dulce canto, al hombre le parece distinguir —justo antes de llegar al fondo del mar— la cola de un pez entre las cortinas.
Safe Creative #1209062301165

El presente texto ha recibido en el mes de agosto pasado una mención en el 2º Certamen de relato corto... para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
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domingo, 2 de septiembre de 2012

El cuerpo del delito



CREÍAMOS que nuestro plan era perfecto cuando secuestramos al fantasma. Nunca previmos que nos iban a exigir una prueba de vida.
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