sábado, 23 de abril de 2011

Caso cerrado

Albert Smirnov, Still life with lilies



UNAS SEMANAS después de la muerte de su esposo, la mujer halló una carta de aquél dirigida a ella. La abrió y leyó partes en voz alta:


―[…] Sólo un secreto ha mediado entre nosotros. Sabes que si tu padre no hubiera sufrido aquel accidente, nuestro amor habría sido un imposible […] ¿Podrás algún día perdonarme?


Al cerrar la carta, con las mejillas anegadas de lágrimas, la mujer dijo:


―Querido mío, a estas alturas, ¿a quién le importa si le debemos nuestros años felices a los frenos que vos arreglaste o a los somníferos que yo le puse en el café?


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Foto © Albert Smirnov, Still life with lilies

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viernes, 15 de abril de 2011

Desde el trasmundo

René Magritte, Homenaje a Mack Sennett, 1937



LEÍA plácidamente cuando un ruido me interrumpió. Al levantarme de la cama, junto al espejo del armario, hallé el cuerpo de una mujer apuñalada. De pronto unos guardias y un muchacho entraron a la habitación, o, mejor dicho, entraron a la habitación que se veía en el espejo. El muchacho señaló al ocupante del cuarto y dijo:


―Éste ha sido.


Tras esposar al acusado, los guardias revisaron la habitación. Pero como no había rastro del cadáver ni había gozado el hombre del tiempo suficiente, dijeron, para una ocultación esmerada, lo soltaron y le pidieron disculpas por el equívoco. Mientras los guardias se retiraban, el muchacho, de espaldas ante el espejo y girando sobre sí mismo, aún insistió con una última mirada meticulosa. Entonces agarré el cadáver de la mujer y lo corrí.


―¿Por qué no se llevan a este mocoso de una buena vez? ―dijo el hombre, al tiempo que el joven pasaba su mirada por el azogue.


Al quedarse solo, el asesino se asomó al espejo.


―Me debes una ―le dije, y se asustó bastante al comprobar que su propia imagen le hablaba.



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Arte: René Magritte, Homenaje a Mack Sennett, 1937


***


El presente microrrelato tiene como hipotexto al clásico de Ramón Gómez de la Serna, Yo vi matar a aquella mujer.

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miércoles, 13 de abril de 2011

¿Dónde, cómo y cuándo escribía…

Diane Peterson, Remington


…Octavio Paz?


«Un novelista necesita su máquina de escribir, pero se puede escribir en cualquier momento, en cualquier parte. A veces compongo mentalmente un poema en el ómnibus o caminando por la calle. El ritmo de la caminata me ayuda a acomodar los versos. Después, cuando llego a casa, lo escribo. Durante mucho tiempo, cuando era joven, escribí de noche. Es más silencioso, más tranquilo. Pero escribir de noche también magnifica la soledad del escritor. Ahora escribo durante la última parte de la mañana y a la tarde. Es un placer terminar una página cuando cae la noche. La prosa es otra historia. Hay que escribirla en un sitio tranquilo y aislado, aunque sea en el baño. Pero por encima de todo, es esencial tener uno o dos diccionarios. El teléfono es el demonio del escritor. Y el diccionario es su ángel guardián. Yo solía mecanografiar, pero ahora escribo todo manuscrito, dos o tres veces, y después lo dicto a un grabador. Mi secretaria lo mecanografía y yo lo corrijo. En el caso de la poesía, escribo y reescribo constantemente».


Foto © Diane Peterson, Remington

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viernes, 8 de abril de 2011

La compasión de los robóticos

Robot



LA EPIDEMIA comenzó en el planeta Qoppa K-47 y se extendió por toda la Vía Láctea. Excepcionalmente en la Tierra afectó sólo a los adultos, resultando los niños inmunes hasta alcanzar la pubescencia. Por lo demás, como en el resto de los planetas, la tasa de contagio y de mortandad fue del ciento por ciento.


Incapaces de dejar a los niños terrícolas desamparados, cada uno de nosotros adoptó al menos uno. Y aunque pocos ciclos después desarrollamos una vacuna, escogimos prolongarles indefinidamente su inhibición temporal. Las mascotas pierden la gracia cuando crecen.


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El presente texto resultó seleccionado finalista en el I Certamen de Microrrelato de Ciencia Ficción convocado por la Editorial ArtGerust. Puede bajarse un archivo PDF con una muestra de los seleccionados (entre los que se incluye este relato) que integran el libro 100 Microrrelatos de Ciencia Ficción ArtGerust aquí.

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