1.
El cuento debe conmover, herir, maravillar; algo en el cuento debe llamar por
su nombre al lector: forzarlo a que despierte.
2.
Como los individuos, como las sociedades, un cuento no debe «funcionar», sino
existir.
3.
Las tramas narrativas no reflejan el modo en que las cosas ocurren «en la
realidad», sino las redes que empleamos para apresar lo que ocurre. El cuento
indaga precisamente aquello que las tramas convencionales no sabrían captar: es
el intento de rodear un resto siempre inaprensible.
4.
En la novela la trama es causa. En el relato, mero efecto.
5.
El cuento debe parecerse a la vida en esa cualidad que tiene la vida de no
parecerse a nada.
6.
Es verdad que el avance del cuento debe ir despertando en el lector el deseo de
saber, a condición de que el deseo no se vea realizado sino de un modo irónico:
a condición de que el cuento desemboque en eso que el lector sabía sin querer.
7.
El cuento es una ética de la escritura, y por eso un buen cuento siempre deja
algo que desear: le hace un sitio al deseo del Otro.
8.
En la novela (o por lo menos en la gran novela clásica, burguesa) la escritura
se subordina a la historia, sirve a la historia: las partes trabajan en
beneficio de un todo, que les es exterior y heterogéneo. En el cuento la
escritura emerge, la producción textual no resulta alienada como producto en el
todo de la representación: el trabajo es soberano, y hace su historia.
9.
El despliegue del universo novelesco exige la constancia de lo positivo y lo
dado; el cuento nace de un rechazo, devuelve el acto de narrar a la pregunta
por sus condiciones.
10.
El realismo desvía al cuento de su vocación. Al igual que el poema, el cuento
no apunta a la realidad, sino a lo real en tanto lo imposible de decir.
11.
Dentro del cuento, no se trata tanto de escribir una historia, como de
inscribir aquello que la interrumpe.
12.
El cuento no debe ayudarnos a soportar la realidad (esta es la exigencia
falsamente benévola a la que apelan todos los conformismos), sino a situar en
nuestra realidad lo insoportable, y a situarnos frente a ello.
13.
En cierto modo, el cuento no es una narración en la que se ha eliminado todo lo
insignificante, sino una narración en la que se ha eliminado todo menos lo
insignificante, esto es: aquello que aún debía reapropiarse su potencia de
significar.
14.
La novela clásica tiende a la acumulación (de referencias, de hechos, de
sentido); se apuntala sobre el imaginario de la totalidad y la riqueza. El
cuento sabe de la castración, de la pobreza de la realidad, y es —como el Eros
platónico— hijo de la escasez y del recurso.
15.
El rechazo a llegar, la pasión de ir, son distintivos tanto del cuento como del
cuentista. El cuento es lo que siempre está en camino. En un cuento, lo único
falso o engañoso ha de ser, justamente, su brevedad.
Escribir un
cuento (5 propuestas)
Asociación cultural Mucho Cuento
Córdoba,
2008
Fuente:
Culturamas
.
5 comentarios:
Unos apuntes para leer y paladear muy lentamente, porque sugieren muchos puntos de reflexión. Los conocía pero me ha gustado releerlos; es muy interesante esta sección tuya, siempre se aprende.
Gracias y un abrazo.
Los caprichos de la vida me han regalado la oportunidad de conocer personalmente a Ángel Zapata. Es un fenómeno como escritor, como profesor y como persona.
Un abrazo,
Me parece una quincena de certeras sentencias sobre el cuento, el cuentista y cómo contarlo. ¡Bravo!
Sólo queda decir amén.
Gracias, Susana. La idea es precisamente esa: aprender de las distintas visiones —sin necesariamente suscribir a ellas— que tienen los escritores sobre el arte narrativo, en especial el cuento y el microcuento. Me alegra que te agrade :)
Pedro, gracias por compartir el post en Face :)
Francisco y Cybrghost, amén ;)
Saludos cordiales
Publicar un comentario