EL
FANTASMA que todas las noches deambula por la cornisa es muy educado. No
arrastra cadenas que hagan ruido, ni espía a través de las paredes, ni asusta a
la gente buena. Cada tanto recita versos tristes a la luna o entona tangos de
los años treinta. También es buen conversador, con él he departido, durante mis
frecuentes noches de insomnio, sobre los más variados temas. Lo cierto es que
le he tomado cariño. Tanto que hoy, cuando termine su jornada, como de
costumbre, saltando al vacío, lo voy a acompañar.
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10 comentarios:
Magistral.
Un abrazo Gabriel
Sobrecogedor final. Una lección de cómo hacer un microrrelato con un tono muy poético.
¡Bravo! Cuidado con los desequilibrios.
Gracias, Torcuato, Miguel Ángel y Francisco por vuestros amables comentarios.
Saludos funambulescos
Me encantan los cuentos de fantasmas y me encanta este cuento de fantasma. No hay nada mejor que la fantasía para hablar de la realidad.
Pero hay que saber manejarlas, claro, como es el caso.
Saludos.
Gracias, Ángeles. A mí también, obviamente, me encantan los cuentos de fantasmas; y por suerte o por desgracia, según se mire, en "El elefante" polula una alocada multitud de fantasmas ;)
Saludos cordiales
Amigos así no se encuentran con facilidad, en ésta vida ni en la otra.
Saludos,
J.
No, seguro que no. Bienvenido a "El elefante...",José.
Saludos cordiales
Ay los fantasmas! ¡cuánta falta nos hacen a veces!
Otro abrazo para tu lista de abrazos fantasmales.
Es que los fantasmas son muy importantes, Laura.
Saludos cordiales
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