Puedo
adivinar una peculiar tristeza dentro de la armonía y la belleza de casi todas
las obras de arte. Se podría decir que es simplemente la tristeza de la vida,
pero es una tristeza que de alguna manera se convierte en el motor generador,
en un eslabón de la cadena de energía que hace que el artista persista cuando
la haya vivido, que la transforme mediante su instrumento de expresión.
Considero un postulado, casi un axioma, el hecho de que para cuando la
personalidad creadora ha llegado a la madurez, tiene acumulada en el fondo una
gran melancolía que clama por liberarse.
León Edel
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