1.
Mantén bajo control tu ego. Mantén bajo control tu inseguridad. Tu obra se
alimenta de ti, asegúrate de que se nutre bien.
2.
Escribes literatura, no historia. Tienes la licencia, y en ocasiones, la
obligación de inventar.
3.
Evita la cursilería, y nunca la confundas con la erudición.
4.
Huye de las frases hechas. No escribas «Oleadas de placer»,
ni «Marco
incomparable».
5.
No espantes a tus amistades con una continua charla sobre tu obra: ya te
aclamarán como genio cuando mueras, de momento trabaja y sé modesto.
6.
No cometas el error de entrar en camarillas, ni de criticar a autores, por muy
detestables que éstos te parezcan. Algún día serás uno de ellos, y no te
gustará.
7.
Lee con orden y profesionalidad. Lee hasta el agotamiento, pero no más allá.
8.
No te perpetúes en cursos o talleres literarios. Éste es un oficio solitario,
queramos o no.
9.
No mientas sobre tus influencias o tus lecturas. Se nos pilla siempre.
10.
Crea tu propio decálogo y sé todo lo fiel que puedas a él.
.
2 comentarios:
Pues es bueno, gracias Gabriel.
Saludos.
Sí, Miguel, es bueno; y es útil a la manera en que lo son todos los decálogos: para ver que hay muchas maneras de llegar a Roma.
Saludos cordiales
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