Obligado
o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a
explicaciones exteriores a ellos. No son completamente naturales, en el sentido
de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por
una teoría de la conciencia. Eso me sería extremadamente antipático. Preferiría
decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras
lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta
también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí
nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha
producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si
esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado:
no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su
crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se
transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho
espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella
misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella
crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere
sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí
misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como
una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo
discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus
leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá
el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia
impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.
Lo
más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de
ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la
conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda.
Explicación falsa de mis cuentos
(1955)
.
5 comentarios:
Gracias por traer estos maravillosos textos.
Un abrazo.
Me ha quedado muy claro. Ya sé cómo es tu proceso creativo y es hasta posible que te lo copie.
Un abrazo.
De nada, Sara. Es una manera de aprender juntos ;)
Francisco, aunque el texto pertenece a Felisberto Hernández, he de decir que, en efecto, coincidimos bastante en lo que se refiere al proceso creativo. Sí, señor.
Saludos cordiales
Es diàfano. El proceso creativo tiene vida propia, nos posee y enreda. Quizàs planta trepadora o hiedra enseñoreada sobre nuestras cabezas, solo comparable al orgasmo o al parto dependiendo del goce o dolor.
Belkys, qué bellas metáforas y qué verdaderas.
Saludos funambulescos
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