EL
SUICIDA vio en el segundo capítulo de un documental que, aquellos que eligen
ahorcarse, terminan en ocasiones en vez de muertos, con las piernas rotas por
atar la cuerda a un sostén inadecuado. Decidido a eludir tal circunstancia,
recorrió la casa y, tras desechar el ventilador de techo, la claraboya del baño
y el tablero de básquet en el patio —firme pero demasiado expuesto a las
miradas de los vecinos—, halló en la buhardilla una viga capaz de resistir los
músculos de un titán.
Como
era de esperarse, el suicida abandonó este mundo con las piernas sanas, pero se
hubiese ahorrado los cuatro días, nueve horas y veintiocho minutos que le
demandó el proceso de no haberse perdido el primer capítulo del mencionado
documental, aquel que discurría sobre la importancia de un buen nudo de horca.
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7 comentarios:
A la buena redacción le añades las gotas de angostura de la sorpresa y todo es lucidamente bello.
Un abrazo.
¡Muy bueno, Gabriel! Me gusta la sutileza de la ironía para salpimentar el humor negro.
Un abrazo,
Genial humor negro. Con lo que me gusta.
Francisco, Pedro y Miguelángel, gracias.
Saludos cordiales
Me encantó, Gabriel!
Muy bien tramada y calculada la redacción.
Va un abrazo.
Si es que hasta para suicidarse hay que estudiar. Muy bien contado, como siempre nos tienes acostumbrados
abrazos
Leonardo y Puri, gracias.
Saludos cordiales
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