TODOS
LOS DOMINGOS, de madrugada cuando me creen dormida, mis vestidos se escabullen
del armario para no regresar hasta el amanecer. Como soy algo escrupulosa, y no
me agrada usar ropa de incierta procedencia, una noche me decidí —en pantuflas
y camisón— a seguir su vuelo. Guardando una distancia prudente, subí los diez
pisos que separan mi departamento de la terraza y descubrí que intimaban con
unos trajes de muy buen corte. Apenas repuesta de mi asombro noté la presencia
de un caballero ––en chinelas y pijama–– a pocos pasos de mí; instintivamente
susurramos al unísono: «¿Ese guardarropa es suyo?». Asentimos y, sin mediar
palabra, nos marchamos al amparo de las sombras.
Pocas
semanas después me mudé a su casa y terminaron las fugas de nuestro vestuario.
Pero nada es perfecto: los domingos amanecemos en el living, ¡imposible dormir
con la algarabía que, de madrugada, se escapa del armario!
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6 comentarios:
«Siempre en domingo» es un juego intertextual con el título de aquella laureada película de Melina Mercouri «Nunca en domingo». Si la han visto, sabrán que el juego no es gratuito, aunque la película no vaya de fantasía…
Muy sugerente, me gustó mucho.
El amor no es cosa fácil, pero cuando los vestidos dan el primer paso, la epidermis encuentra el camino allanado. ¡Eres genial!
Un abrazo.
Miguelángel y Francisco, gracias.
Saludos cordiales
Delicioso!
Gracias, Patricia.
Saludos cordiales
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