TODOS LOS DÍAS, a la misma hora, ella viene a mi estudio. Con suma atención escucho su caso. Le explico que será un litigio largo y escabroso. Suspira, y sus ojos se clavan en mí como lágrimas; entonces, le tomo la denuncia, como siempre. Y como siempre, mientras aporreo el teclado, me pregunta por la foto de la vendimia —que aún luce en mi escritorio—, y por la mujer que me acompaña. Le ignoro la pregunta, invariablemente, con otra pregunta. Y vuelvo a pensar en Otelo, en su eterno merodear buscando cobijo, en mí…
Terminada la entrevista, se despide, siempre, con un beso que desnuda su liviandad de globo, de aire. Y me quedo con la vista clavada en la puerta que nunca, nunca abre; rogándole a Dios que algún día, ella, pueda recordarme.
Arte © Raluca Deca 2009
7 comentarios:
Excelente relato Gabriel!!! Son esos fantasmas que nos recorren, que nos atormentan, peor uqe en el fondo nos hacen tan bien... Me gustó muchísimo el misterio y el desenlace.
Cariños!!
Muy bueno esto!!!
Jeve.
Gracias Sol, qué bueno que te haya gustado la atmósfera de misterio del relato.
Gracias Jeve, sos muy amable.
Saludos cordiales.
Su imagen también se me ha quedado flotando, con una mezcla como de pena y misterio...
Me ha gustado mucho.
Besos
"Me ha quedado flotando", Virginia, es más que una acertada imagen dado el caso...
Y ¡muchas gracias!
Saludos.
Saludos de un trapecista catalán.
Bienvenido Trapecista O. y saludos.
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