miércoles, 13 de enero de 2016

Algo así



ERA LA HORA en que el mar baja y los cangrejos salen de sus escondites, cuando casi me tropiezo con un tipo enterrado en la arena hasta el cuello. Me acuclillé a su lado. Él le agradeció a Dios por mi aparición salvadora, pero al comprobar que yo no hacía nada, primero me injurió, y luego me prometió riquezas inimaginables. «Lo siento —le dije mientras me apartaba del paso de los cangrejos—, pero considere usted que, con seguridad, jamás tendré otra ocasión de ver algo así».
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El presente texto resultó 1º finalista del III Certamen de microrrelato “Realidad Ilusoria”, que organiza anualmente Miguel Ángel Page.
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lunes, 28 de diciembre de 2015

Al cabo de un mes



PLANTÓ un trocito de pulpo en una maceta. Su vecino le había asegurado que el animal se desarrollaría íntegramente si tomaba la precaución de regarlo con agua de mar durante un mes. Esa misma tarde la mujer condujo cuatrocientos kilómetros para proveerse del vital elemento. Mientras tanto, en la comodidad de su casa, el hombre se reía como un niño. Y así continuó haciéndolo cada vez que recordaba su embeleco; hasta que un día su vecina lo invitó a ver el pulpo. Entonces fue la mujer quien se rió cuando aquellos ocho vigorosos tentáculos abrazaron al bromista por el cuello.
Safe Creative #1512286109791

 El presente microrrelato fue seleccionado como ganador del corriente mes de diciembre de la convocatoria Calendario Microcuentista 2016, que organiza mensualmente la Internacional Microcuentista. La imagen que ilustra el post debía emplearse como disparadora de la historia.
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viernes, 11 de diciembre de 2015

El epitafio más hermoso del mundo



SIR WALTER SCOTT poseía una de las tumbas más antiguas del cementerio. Primorosamente ornamentada, destacaban sobremanera la efigie del caballero y su escudo de armas. No obstante, si había algo de lo que sir Walter Scott se sentía particularmente orgulloso era del epitafio en letra gótica que rezaba su lápida. No podía ser para menos: durante un lustro antes de su deceso, el concebir una frase que testimoniara la hondura de su alma se había convertido en su único fin. Por eso no le extrañaba que la gente se detuviera ante el sepulcro y se prodigara en adjetivos laudatorios hacia su sabiduría. Pero, últimamente, le despertaba una inmensa curiosidad aquel anciano que todos los domingos, tras honrar a su esposa, se detenía ante su lápida con la mirada extasiada. ¿Hasta qué punto, se preguntaba sir Walter Scott, sus palabras habían calado en el corazón de aquel hombre? Una mañana, cuando una joven se detuvo junto al viejo y le preguntó qué decía el epitafio, halló la respuesta: «¡Discúlpeme, señorita, yo tampoco sé leer!; pero no le parece hermosa la forma en que están grabadas las palabras». La mujer asintió, y sir Walter Scott esbozó una larga y ambigua sonrisa.
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El presente texto ha recibido una mención en la quinta propuesta anual del V Certamen de relato corto para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
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jueves, 3 de diciembre de 2015

Una fila en el andén

«La fila» distinguido como uno de los cuatro ganadores del Microconcurso 4 añazos organizado por la revista Cuentos para el andén, y publicado en su Edición Especial nº 42 del pasado mes de noviembre.


Y de yapa, el audio del cuento en la voz de Celia Carnovale, quien ha tenido la amabilidad de llevarlo a su programa radial «TE CUENTO», que se emite por AM 1090 Radio Décadas en Hurlingham y FM Latidos en Rosario, todos los martes de 20 a 21 hs., y por internet al mundo por www.decadasam1090.com.ar y www.fmlatidos.com

domingo, 21 de junio de 2015

El precio



LA NAVE abandonó el cañón en el patio de nuestra casa. Parecía antiguo y medía unos dos metros de longitud. Mamá, papá y el abuelo se pusieron a discutir sobre si era francés o alemán, si lo habrían usado en Waterloo, o si valdría lo suficiente como para liquidar la hipoteca. A mi tía, en cambio, se le había dado por colocarle margaritas en la boca. Yo no podía entender cómo no se enfocaban en lo que era realmente importante: ¡la nave alienígena! Harto de tanta discusión bizantina me retiré a ver la tele. Recién a la noche volví al patio. Mi tía permanecía junto al cañón pero ataviada con un traje ceñido y un casco. Se alegró de verme y me pidió que la ayudara. Me dijo que siempre había soñado con ser una mujer bala y que había llegado el momento de concretar su sueño. Razoné que aquello suponía demasiados riesgos, pero me entusiasmaba la idea. Al punto que, casi a la medianoche, disparé el cañón. Mi tía cortaba dichosamente el perfil de la luna cuando la nave alienígena la abdujo. No obstante, lo más extraordinario es que nadie en mi familia, excepto yo, la recuerda.
Safe Creative #1506164339486

El presente texto ha recibido una mención en la segunda propuesta anual del IV Certamen de relato corto para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
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miércoles, 10 de junio de 2015

Siete cualidades que se deben poseer para ser escritor, según Roald Dahl



1. Se debe poseer una viva imaginación.
2. Se debe ser capaz de escribir bien. Quiero decir, que uno debe ser capaz de hacer vivir una escena en la cabeza del lector. Todo el mundo no puede hacerlo. Es un don: se tiene o no se tiene; es así.
3. Se debe tener energía. En otros términos, uno debe ser capaz de atarse a lo que hace y no abandonarlo jamás, hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes tras mes.
4. Se debe ser perfeccionista. Ello significa que uno jamás debe sentirse satisfecho de lo que ha escrito hasta que no lo haya reescrito una y otra vez, con el objeto de que quede lo mejor posible.
5. Se debe tener una sólida autodisciplina. Uno trabaja solo, no tiene jefe. Ninguna de las personas que están alrededor le dirán a uno qué sucedería si no regresara al trabajo.
6. Si tiene cierto sentido del humor, ello ayuda mucho. Esto no es esencial si uno escribe para adultos, pero para los niños es imprescindible.
7. Se debe tener una dosis de humildad. El autor que piensa que su trabajo es extraordinario, está abocado a grandes decepciones.
Roald Dahl
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