CON
LA LLEGADA de los primeros fríos, te dirigís al armario y buscás en el segundo
cajón aquel pulóver verde con filigranas de ositos. Ponés el pulóver sobre la cama y sacás de
otro cajón un par de medias gruesas de lana. Luego abrís la puerta con luna y
pasás percha tras percha, hasta que das, debajo del guardapolvo, con la camisa
leñadora que tanto le agrada. Finalmente, cuando la muda de ropa está completa,
apagás la luz y salís de la habitación esbozando una leve sonrisa.
Durante
días y más días la ropa persiste allí, intacta; como intacta persiste tu
esperanza de que un día ya no la encuentres sobre la cama… Y que lo de la curva
no haya sido más que un largo y triste sueño de invierno.
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7 comentarios:
Dijo el sabio: "fortis imaginatio generat cassum".
Y parafraseándolo podríamos decir: "un fuerte deseo genera el acontecimiento".
Y quién sabe si puede ser verdad, en tu relato y en la vida real.
Me ha gustado mucho.
Quiero pensar que en vez de esperar a su hija está esperando a su amado. No sé, en este momento me apetece más. ¿Me permites la licencia poética?
Precioso.
Besos.
Gracias, Ángeles. Ojalá pueda ser real, sí.
Sara, los lectores tienen permitido todo aquello que a su vez le permita su imaginación :)
Saludos cordiales
Brutal.
El final es un buen impacto.
Saludos,
J.
Gracias, José.
Saludos funambulescos
Todo un puñetazo de ternura.
Gracias, Miguel Ángel.
Saludos cordiales
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