I
A
Juana le gusta tocar el piano todos los días, salvo los domingos. Los domingos
ella se ausenta sin dar explicaciones y la casa se queda muda como un salón de
clases en verano. Entonces cierro los ojos y sueño con que Juana toca el piano; pero no es lo mismo: hay que oír cómo
desafina. Ella dice que no es su culpa, que en los sueños los pianos se vuelven
increíblemente distraídos.
II
El
piano de Juana es un piano de cola, de los que se usan en las grandes orquestas
o como aquellos que aparecen en las películas en blanco y negro. Juana dice que
quería ser pianista desde que estaba en la panza de mamá; y también dice que
algún día vamos a tocar a cuatro manos, pero que para eso falta mucho.
III
Esta
mañana le conté a mamá sobre Juana. Y
mamá me dijo que quién me había hablado sobre ella; que Juana nos había
abandonado el mismo día que yo nací, un domingo; y que, recalcó, nosotros nunca
tuvimos un piano. Entonces Juana me guiñó un ojo e hizo danzar tempestuosamente
sus delgadas manos sobre las teclas. Y por un instante, sólo por un mínimo
instante, mamá se olvidó de sus labores y levantó la cabeza.
El presente texto llegó a las deliberaciones finales del pasado mes de abril del «IV Microconcurso La Microbiblioteca».
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10 comentarios:
Excelente, y es que, hay cosas que existen pero no todos los ojos pueden ver.
Un abrazo.
Aparte de su técnica en la escritura, excelente, es un un texto precioso.
Simplemente precioso, mágico.
Así es, Yolanda. Abrazos
Gracias, Miguel Ángel.
Gracias, Belén. Me gusta lo de “mágico”.
Saludos dominicales para todos
Bello e impactante. ¿Fantasía o realidad?
Un abrazo.
Gracias, Josep. Y bienvenido a "El elefante".
Saludos cordiales
Me encantó. Lo terrible, lo trágico y lo doloroso en boca de un inocente. Nudo en la garganta, confieso.
¡Gracias, Vero!
Saludos funambulescos
Muy lindo.
Saludos.
Gracias, Guillermo.
Saludos funambulescos
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