domingo, 10 de mayo de 2015

El viejo y la arena



UN HOMBRE hace footing en la playa cuando se topa con un viejo pescador que ha lanzado el sedal de su caña en la arena.
—Abuelo —dice el corredor esbozando media sonrisa—, ¿están picando?
—Todavía no, hijo —responde el viejo, arrellanándose sobre su cobija.
El hombre sonríe abiertamente.
—Tal vez debería intentarlo en el mar.
—Tal vez… pero de acá nunca me voy con las manos vacías —arguye el viejo, y mientras el hombre se aleja, añade—: ¡Hijo, aunque pensés que me falta algún tornillo, andá con cuidado; estas arenas suelen ser peligrosas!
—Claro, abuelo; ¿será que son movedizas? —dice el corredor soltando una carcajada.
El viejo, cariacontecido, se pone de pie pero sin salirse de su cobija; y, a la par que siente que un pez ha picado, contempla cómo una aleta surca vertiginosamente la arena tras los pasos del hombre que aún ríe.
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5 comentarios:

Asun dijo...

Un cuento que dice mucho en muy pocas palabras.
Sobre todo nos recuerda que los "viejos" tienen mucho que decir y siempre hay que escucharlos.
Me ha gustado mucho.
Saludos.

Luisa Hurtado González dijo...

Realismo mágico. Una gozada. ¿Cuándo aprenderemos que ante un viejo siempre tiene, por propia experiencia, la razón él?

Gabriel Bevilaqua dijo...

¡Asun y Luisa, gracias por vuestros comentarios!

Saludos cordiales

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Delicioso en la forma, me gusta y a la vez me entristece el reflejo fiel de la consideración hacia nuestros mayores.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Miguel Ángel.

Saludos funambulescos

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