ENCIENDE
un cigarrillo y observa como Laura descansa libre de ese gesto adusto que la
acompañaba desde que la conoció. Fueron largos meses de no desistir en el
cortejo, de hacerle notar que aún era una mujer completa, y que bajo ninguna circunstancia
tenemos el derecho de cerrarle las puertas al corazón. Tan persuasivas habían
sido sus palabras que llegó a sentir que, incluso él, finalmente hallaría en el
amor la fuerza para derrotarse a sí mismo. Pero al vislumbrar recostada sobre
la mesita de luz la pierna ortopédica, apaga con premura el cigarrillo y se
viste. Luego observa a Laura por última vez y, mientras se abomina en silencio,
recoge la pierna que llenará otra vitrina de su sala.
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9 comentarios:
No sé, hay algo que se me pierde, no termino de entender la historia.
Un relato que también podría titularse El Coleccionista. Qué personaje. Muy bueno.
Un abrazo.
No es fácil vencer el alto listón de las prótesis, pero obviar el amor por un trofeo es el colmo del coleccionismo.
Un abrazo.
Ay, Anita, yo te explicaría la historia, pero ya sabes lo que dicen: a los micros mejor no explicarlos. No obstante, en los comentarios quizás halles alguna pista…
Gracias, Miguelángel. Y sí, ese podría ser el título, el problema es que de alguna manera ese título adelantaría el desenlace; por eso he optado por uno relacionado pero menos explícito como “Vitrinas”.
Sí, Francisco. El personaje tiene una lucha consigo mismo donde la pulsión coleccionista vence una vez más…
¡Gracias a todos por comentar! Saludos funambulescos
Ya están todas las pistas :D
Cierto que no se deben explicar, pero ha merecido la pena entenderlo.
Un abrazo
He tenido que releerlo para entenderlo pero ha merecido la pena. El amor no consiguió salvarlo de sí mismo, ni a ella.
Un abrazo y mi aplauso.
Abrazos, Anita :)
Sí, Yolanda, es uno de esos micros que requieren una segunda lectura; pero si piensas que el esfuerzo ha merecido la pena, lo doy por bueno ;) Gracias.
Saludos cordiales
Quizás encuentro en él un poco de nosotros mismos. Vamos llenando nuestras vitrinas de pedazos ajenos. Confiados nos entregan hoy la mano; mañana, el corazón y uno sale furtivamente del pecho del otro, dejándolo vacío.
Hola, Belkis. Qué bella y triste reflexión…
Saludos cordiales
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