LOS
GATOS de Kaeronel son invisibles a los ojos de los perros. Resulta impagable
ver cómo le toman el pelo a los más terribles e inicuos canes. Por eso, cuando
concluyó mi trabajo en Kaeronel, y pese a la prohibición de sacar a los gatos
del país, no pude renunciar a Suzie. Ignoraba que su invisibilidad se invierte
fuera de Kaeronel; es decir, con el tiempo se vuelven invisibles a los ojos
humanos y visibles a los de los perros. Día tras día, contemplé amargamente
como Suzie ganaba esa trasparencia que uno supone sólo propia de los fantasmas.
El día que finalmente desapareció, me recuerdo, frente al espejo, acariciando
el fingido aire entre mis brazos. Para colmo con la invisibilidad vino el
cambio de carácter. De silenciosa como un ángel pasó a alborotadora
profesional. Conciliar el sueño se volvió una hazaña. Una noche, extrañado de
no oírla, salí en su búsqueda. Hallé a un perro gruñéndole al vacío. Luego
sobrevino un maullido, unas dentelladas, el silencio. Y, tras la oscuridad de
un hilo de sangre, el regalo de verme por última vez en sus ojos.
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13 comentarios:
300 post en 4 años y monedas. ¿Poco? ¿Mucho?... Quién sabe. En todo caso aún en viaje y aprendiendo lo que se puede.
Me encantan las imágenes, ese gato de aire, los sonidos.
Muy bueno, Gabriel
Qué maravilla la fantasía en tus letras. Enhorabuena por esos 300 post de calidad.
Abrazos.
Ay, qué triste historia...
Pero felicitaciones, Gabriel, por estos 300 posts que tanto nos han dado. Es imposible permanecer igual después de cada una de tus historias.
Cariños.
Un dejo de tristeza, contenida en una bella prosa
www.senddero.wordpress.com
Tristeza en tu historia pero muy bella y bien narrada. Igual que los aproximadamente ¿100 post? que habré podido leerte en este año y medio. No sé. No llevo la cuenta. Pero por todo ello ¡felicidades!. Creo que trabajas muy bien la prosa. Muy bien. Besos.
Enhorabuena por tus micros.
Hay tanta magia en tus palabras que la lectura de las mismas es imprescindible para mí.
Pobre Suzie...
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Genial, Gabriel, un relato fantástico y mágico que invita a releer.
Un abrazo
Un microrrelato soberbio, Gabriel, en el que la fantasía se hace con una actitud lectora cómplice e involucrada.
Un abrazo,
Anita, Sara, Vero, Sendero, Laura, David, Francisco y Pedro, muchas gracias por vuestros amables comentarios :)
Saludos cordiales
Un relato escalofriante, me puso los pelos de punta. En cuanto al número de entradas... andamos más o menos al mismo ritmo, la comparación ya me la hago yo solito, maestro.
Fantástico, y cómo pega. A la gente que escribe estas cosas solo hay que decirles gracias. Y por supuesto a los amantes de estos animales con tantísima potencia narrativa y evocación lírica... ¡gatos, gatos, gatos!
(Justo ayer he visto a uno cruzar por un paso de cebra. Miro a uno y otro lado, dejó pasar tres coches, yo paré sin creérmelo todavía... y el gato atigrado cruzó, muy seguro de sus pasos. Te lo cuento porque fue una imagen que le dio sentido a mi aburrido día. Gatos!) Un abrazo.
No, no, Miguelángel, maestro no, apenas escribidor-aprendiz. En cuanto al ritmo, estimo que lo mejor es uno pausado (de 5 a 8 entradas mensuales) pero, en la medida de lo posible, constante. Para no cansar a los lectores y, sobre todo, no cansarse uno.
Gracias a ti, Alba :) Y, aunque en el mundo “real” confieso que me gustan un poquito más los perros que los gatos —¡por favor, que mis mininos de fantasía no se enteren!—, coincido contigo en que los gatos tienen mucha cuerda literaria. Te invito, si tienes tiempo y ganas, a que les eches un ojo a estos otros mininos que pueblan las páginas del Elefante. Espero que te gusten.
La anécdota es muy linda, detenerse a observar a los animales es, sin dudas, una fuente de alegrías.
Saludos cordiales
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