lunes, 1 de octubre de 2012

Detenidos



CUANDO el recluso acaba el almuerzo y hace a un lado la bandeja descubre que el guardia olvidó la llave de la celda sobre una mesilla cercana. Al instante se para junto a la reja y estira el brazo sin fortuna. Camina de un lado a otro, se rasca la cabeza, sonríe. Luego se quita el cinto, dobla un tenedor por la mitad formando una V, y, mientras lo ata con un retazo de sábana a la hebilla, mira la hora en el reloj de pared: las 12:23. Faltan 7 minutos para que el guardia regrese por la bandeja. Arroja el cinto una, dos, tres veces, hasta que finalmente el tenedor se acopla a la pata de la mesilla. Con rapidez la aproxima y toma las llaves y abre la reja y corre y sale del recinto. Una luz imprevista y tórrida lo enceguece. A poco, con las manos en visera, contempla un desierto liso como un mosaico que se prolonga sin término. Lo único que se le ocurre es volver sobre sus pasos. Pero al llegar a la celda se encuentra con que la puerta está cerrada y la llave no sirve. Mira la hora: las 12:29. Ríe y se sienta a esperar.
Tras varios días, y sin apartar la vista del reloj, lo habita la pavorosa sensación de que ese minuto que resta no tiene ningún apuro en transcurrir.
Safe Creative #1209062301301
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17 comentarios:

Pedro Sánchez Negreira dijo...

¡Soberbio, Gabriel!

Un micro de fondo alògico, que consigue una actitud lectora muy próxima gracias a la excelente construcción del personaje -infeliz- y de la escena.

Un saludo.

Laura dijo...

Me ha dado la sensación de estar metida en la celda, y eso debe ser bueno, porque cuando el lector se impregna de los desvelos del protagonista significa que la narración ha obtenido unos buenísimos frutos.

Felicidades por este pequeño corto tan cinematográfico.
Besos

Francisco Espada dijo...

¡Qué buen minuto! Una escasa fracción de tiempo nos puede dejar a este o al otro lado de la libertad. ¡Bravo!
Un abrazo

Pablo Gonz dijo...

Vaya, vaya, ya veo de dónde venían ciertos textos ficticios.
Mi enhorabuena por este texto y también por "El lápiz..."
Un abrazo,
P

Anónimo dijo...

En el comedor de mi suegra hay un reloj que siempre marca las cinco...y también me siento presa. A veces la vida toda cabe en un sólo minuto que no quiere acabarse.

Un abrazo, Asdrazil, que eres mago

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Pedro. Y, por supuesto, bienvenido al Elefante.

Laura, si el micro te ha provocado esa sensación, este autor se da por satisfecho. ¡Gracias!

Gracias, Francisco.

Pablo, de seguro también conoces a el/la ganador/a. Felicitaciones por lo elaborado del fallo (no siempre los jurados se toman un trabajo tan pormenorizado).

Jaja, Alma, es la segunda vez en el día que en un comentario me recuerdan a aquel micro :) Abrazo abracadabrante ;)


Saludos cordiales

puri.menaya dijo...

enhorabuena, Gabriel, un gran micro; tener tan cerca la libertad y no poder alcanzarla. Esa sensación de que hagas lo que hagas estás condenado para siempre.

Cortacuentos dijo...

Supongo que derramando el tiempo, matando la vida dentro de cuatro barrotes, el infinito desencuentro con el presente se hace insoportable, hasta el punto de resultar verosímil los sueños o fantasías postrados en una cama de esa enfermería sin enfermeras.

Felicidades por meterte con tanta maestría en una piel tan seca.

Una perta.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Puri y Cortacuentos, gracias; me alegra que les haya gustado el microcuento.

Saludos funambulescos

Eufrasio Saluditero dijo...

Hola, Gabriel. Te propongo que pongas un enlace de correo electrónico. Me parece que este es un sitio precioso, y con la propuesta,cómodo.
Mi enhorabuena por el lugar y el contenido.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Eufrasio. Se intenta que El elefante sea un sitio amable y cuidado y, en la medida de lo posible, con buenas letras :)

Con respecto al enlace, a ver si me hago de algo de tiempo para agregarlo.

Saludos cordiales

Miguelángel Flores dijo...

Una delicia, Gabriel. Da gusto encontrarse cosas así.

Saludos,

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Miguelángel.

Saludos

Chocolate Bailable dijo...

Me dejaste pegada a la pantalla hasta el último suspiro...que agobio estar encerrado fuera (!) Me gustó mucho por la simplicidad!


Saludos!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Angela "Chocolate Bailable", un gusto que el minicuento te haya atrapado, y más aún el que hayas dejado testimonio; todo lo cual, por supuesto, se agradece grandemente :)

Saludos cordiales

Yolanda dijo...

He vivido la tensión del preso para alcanzar la llave y su frustación al comprobar que no abrió la puerta, y confieso el deseo de que la llave la hubiese abierto.

Excelente tu micro y ese minuto eterno que atrapa al protagonista de la historia y al lector.

Un abrazo.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Yolanda. Si el texto logra transmitir esas sensaciones que comentas, este autor se da por satisfecho :)

Saludos cordiales

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