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Nunca he sido partidario de la mentira pero decirle que me había caído de un camello durante una sorpresiva tormenta de arena me pareció descortés e inadecuado. No quería que el oficial creyese que le estaba tomando el pelo ni que el sol me había asado las neuronas. Gracias a Dios se tragó como un niño mis explicaciones.
Esa misma tarde, mientras paseaba por cubierta, adquirí noción de que me hallaba a bordo de un antiguo HMS. Discurría sobre las posibles implicancias de tal hecho cuando a lo lejos divisé un brillo en la arena. Al establecer que se trataba de un periscopio, dos veloces surcos ya se abrían paso en el desierto. No tuve tiempo de dar aviso. El primer impacto me sacudió desde el último de los huesos hasta el alma; el segundo, me arrojó por la borda.
Al disiparse el humo, sujeto a algún resto, descubrí el oasis. Por desgracia la corriente mar adentro era demasiado intensa en esa zona del desierto.
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12 comentarios:
Me has dejado boquiabierta Gabriel. Lo he leído un par de veces para comprobar que se trataba efectivamente de un desierto, un barco y un oasis. Perfecta la conjugación de tus metáforas en un barco encallado.
Me ha encantado Gabriel.
Un beso de Laura.
Coincido con Laura, terminé de leer y volví al principio buscando una salida antes de volver a sentirme a la deriva entre la arena. Me gustó.
saludillos
Original y sorprendente donde los haya.
Excelente, un micro realmente milimetrado en belleza y ubicación argumental,
Por cierto, cuantas veces nuestros grandes naufragios y descubrimientos no son más que los devenires de un gigantesco barco quieto siempre en el mismo lugar (quizás encallado; en el desierto).
Un abrazo.
Sí, Laura, es una conjunción bastante atípica... Me alegra que te haya gustado.
Puck, qué bueno lo que dices sobre la deriva :) Muchas gracias.
Elisa :)
Muchas gracias, Juan.
Saludos funambulescos
Pues muy bien, Gabriel. Está perfectamente incorporado lo fantástico. Llega a ser muy natural todo en muy poco espacio. Gran trabajo. Sigo leyéndote con interés.
Abrazo,
P
Qué delicia de micro, qué imaginación, qué capacidad de asombrar haciendo natural lo absurdo. Eres un mago. Enhorabuena por el micro. Siempre es un placer leerte. Un abrazo.
Pablo y Mar, muchas gracias por vuestros comentarios :)
Saludos cordiales
¡Me gustó! Son igualmente temibles y místicos, el mar y el desierto.
Muchas gracias, Yunuén.
Saludos
De paseo por el blog de Soledad Arrieta ("Tan cotidiano como el mate"), me he tropezado con el tuyo. Al cabo me di cuenta de que llevaba un buen rato escarbando en tus entradas ajeno a todo lo demás. Tendré que volver para seguir leyendo. Por de pronto, si no te importa, lo incluyo en mi lista de blogs de que sigo.
Muy buen trabajo. Felicidades.
Muchas gracias, Miguel. Bienvenido al Elefante.
Saludos
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