HACÍA
un rato largo que la esperaba. Aún no me creía que semejante beldad hubiese
aceptado mi invitación, cuando una joven delgada como un espárrago, ojerosa y
con un pucho entre los labios, se sentó frente a mí. Llevaba el vestido rojo y
el clavel blanco prometidos.
―Se
me hizo tarde, nene. ¿Hay drama?
Sólo
atisbé a negar con la cabeza. Deduje que la mujer de mis sueños me había
engañado. ¿O estaría en algún rincón del local riéndose a mis costillas? La
busqué con la mirada.
―¿Pasa
algo? ―dijo el espárrago, perdón, la muchacha, tras enterrarme en una bocanada
de humo.
―No,
no pasa nada ―respondí, y entregado a las circunstancias, agregué―: ¿Ordenamos?
La
velada aconteció exigua en palabras, porque la joven tenía sus mandíbulas
obscenamente dispuestas a terminar con su delgadez aquella misma noche. No pude
probar bocado.
Cuando
ella iba por su quinta porción de torta de chocolate con frutillas, un hombre
singular ―no sabría decir por qué― se le acercó y le pidió que lo acompañase. A
poco descubrí que el mismo tipo le señalaba a la que era mi cita original, la
mesa en que me hallaba.
En
medio de una animosa conversación, el susodicho, como un mozo más, nos trajo
una botella de champaña “cortesía de la casa”.
Desbordado,
me excusé un instante con la dama, y fui tras él.
―Los
sueños, sueños son ―dijo, y guiñándome un ojo, acotó―: Pero para su fortuna,
cuando se estropean, aún persiste gente como yo.
.
11 comentarios:
Jo Gabriel, yo quiero un ángel de la guarda como el tuyo :-)
Abrazos
¡Pobre espárrago! Ja, ja, ja.
Cita a ciegas, con espárrago y acertada paciencia.
Saludos Gabriel.
Hola :
Me llamo Roxana Quinteros soy administradora de un sitio web. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello me encantaria contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren tambien en su web.
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Roxana Quinteros
Rocío, no es mío, es del protagonista. ¡Yo también quiero uno! :)
Pero, Verónica, quién la manda al espárrago a meterse.
Enmascarado, es que el protagonista no podía perder la compostura.
Roxana, lo que me extraña es que no dejes la dirección del sitio web al que te refieres. En todo caso, bienvenida al Elefante.
Saludos cordiales.
Un relato muy sugerente. ¿De dónde se sacan los argentinos esos ambientes de café o restaurant que hacen pensar en un París decadente mezclado con una Roma neorrealista y una Praga con olor a opio? Me entusiasman esos escenarios.
Abrazos interrogantes,
PABLO GONZ
Jaja, Pablo me has hecho sonreír.
Perdido entre las volutas de humo de algún café -quizás imaginado, quizás real-, muchas gracias.
Saludos cordiales.
Desconfía de los espárragos,¡siempre!
;)
Besos
¡Recomendación apuntada, Almalaire! :)
Besos
Dios aplaude a las vídeollamadas porque le ahorran el trámite de ángeles.
De esa sensasión de encartado al principio, no se salva cualquiera.
Un abrazo,
Jéssica V.
Hola, Jéssica. ¡Muy ocurrente! :)
Saludos
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