EN
LAS NOCHES de luna llena el cuerpo de Ileana se cubre de plumas de colores.
Ariel le manifiesta que luce tan hermosa como un ave del paraíso o un quetzal.
Ella le agradece, y luego se encierra en el dormitorio a llorar. Sabe que
miente, que rechaza su imagen, que tapa las superficies reflectantes, que le
niega el cobijo de sus brazos cuando más lo necesita.
Pero
una noche Ileana ya no resiste el desamparo.
―¡Me
abrazás o me mato! ―dice con un cuchillo sobre su vientre.
Ariel
le conoce ese brillo en la mirada y sabe que habla en serio. Resueltamente
camina hacia el armario y descubre el azogue:
―¿Cómo
abrazarte si mi cuerpo muda de esta manera?
―Así
―responde Ileana mientras acomoda su levedad de plumas entre los brazos de
aquel revoltijo de espinas que sólo se desenmascara ante el espejo.
12 comentarios:
¡Qué hermoso poder abrazar un erizo (o un puercoespín) sin hacerse daño! :-)
Me hace acordar a esa luciernaga que se enamoró de una cebra,
y pasó toda su vida soñando colorearla.
Fantástico cuento, gracias funambulista.
¡Uf! Aunque adiviné el final me fascinó el tono poético en que éste llegó. Un abrazo.
Sí, Elisa ;)
Juan y Yun, muchas gracias :)
Saludos cordiales.
Se imagina un poetico abrazo bajo la luz de la luna.
Feliz fin de semana.
Neuriwoman, feliz fin de semana también para ti; y, por cierto, bienvenida al Elefante.
Saludos.
Vaya Gabriel, no se que decir, es...especial esta mini Me gustó mucho, pero mucho.
Ay, Elise, debe ser contagioso: yo tampoco sé qué decir..., pero creo que un ¡muchas gracias! va de fábula, ¿no? ;)
Abrazos.
Quiero hacer una lectura simbólica de este relato. Y destacar el tono poético que lo recorre. Disfruté mucho leyendo y descifrando.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Muchas gracias, Pablo. Coincides con Patricia Nasello en la clave de lectura (su comentario me lo dejó vía Face).
Saludos.
Bueno Gabriel, yo no sé cuantas lecturas esconde, pero o este Ariel es un remilgado y la engalanada no le tira demasiado, o que solo se acerca si previamente encuentra espejo para un afeitado. Mientras tanto la plumífera no sabe ya que conjuntitos ponerse para llamar la atención al pasmarote desgarbado.
Ya me dirás.
Un abrazo.
Ay, Enmascarado, los cuentos son como los chistes, si se explican pierden: unos la gracia, los otros, el encanto.
Pero bueno trataré de explicar algo: la cuestión es que los dos padecen una maldición (o algo por el estilo) por la cual se transforman durante la luna llena. La diferencia es que la mutación de Ariel sólo es visible si se le mira en un espejo. Y como él se llena de espinas y no quiere dañar a su compañera (y con seguridad teme que ella le tema), no la abraza.
Cabe acotar que algunos lectores han hecho una lectura simbólica, tal vez de la incomunicación, vale también la misma. Pero el micro está pensado como fantástico.
Saludos.
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