A
Beppo le gustaban estas horas antes del amanecer, cuando la ciudad todavía
dormía. Le gustaba su trabajo y lo hacía bien. Sabía que era un trabajo muy
necesario.
Cuando
barría las calles, lo hacía despaciosamente, pero con constancia; a cada paso
una inspiración y a cada inspiración una barrida. Paso - inspiración - barrida.
Paso - inspiración - barrida. De vez en cuando, se paraba un momento y miraba
pensativamente ante sí. Después proseguía paso - inspiración - barrida.
Mientras
se iba moviendo, con la calle sucia ante sí y la limpia detrás, se le ocurrían
pensamientos. Pero eran pensamientos sin palabras, pensamientos tan difíciles
de comunicar como un olor del que uno a duras penas se acuerda, o como un color
que se ha soñado. Después del trabajo, cuando se sentaba con Momo, le explicaba
sus pensamientos. Y como ella lo escuchaba a su modo, tan peculiar, su lengua
se soltaba y hallaba las palabras adecuadas.
—Ves,
Momo —le decía, por ejemplo—, las cosas son así: a veces tienes ante ti una
calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga, que nunca crees que podrás
acabarla.
Miró
un rato en silencio a su alrededor; y siguió:
—Y
entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la
vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía,
empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando
por delante. Así no se debe hacer.
Pensó
durante un rato. Entonces siguió hablando:
—Nunca
se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en
el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca
nada más que en el siguiente.
Volvió
a callar y reflexionar, antes de añadir:
—Entonces
es divertido; eso es importante, porque de ese modo se hace bien la tarea. Y
así ha de ser.
Después
de una nueva y larga interrupción, siguió:
—De
repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno
no se da cuenta cómo ha sido, y no se está sin aliento.
Asintió
en silencio y dijo, poniendo punto final:
—Eso
es importante.
Momo, de Michael Ende
Páginas
38 y 39
.
2 comentarios:
¡Qué buen texto Gabriel! Cariños.
Sí, Elise, es muy bueno. Un pequeño homenaje a los 40 años de la publicación de «Momo» (1973-2013).
Saludos cordiales
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