TRAS
entregarle sus pertenencias, le pidió al bandido que por nada del mundo se
mirase en el espejo de oro que contenía aquel estuche.
Unas palabras extraviaron a las otras y el
salteador, un instante después, exclamó:
—¡Qué demonios! ¡Este espejo ni reflej...!
—Eso se debe a que en lugar de mostrar lo que
ve, se lo devora —dijo el hechicero antes de recogerlo cautelosamente del piso
por uno de sus lados.
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11 comentarios:
No hay nada que llame más la atención que lo prohibido... ¿Quién no hubiera mirado al espejo para descubrir por qué no tenía que mirar?????
Muy descriptiva le desaparición del personaje...
Me gusta.
Un beso, Gabriel
Ja, qué bueno el espejo, uno de esos me vendría bien para hacer desaparecer a algún indeseable.
Un abrazo
Qué gran cuentista eres, tus historias son fantásticas. La imaginación te sale por las orejas y las excelentes palabras por las manos. Un abrazo.
Mágico :-).
A veces, la imagen proyectada es más real que la virtualidad de quien se mira.
¡Bravo!
Fantástica historia Gabriel, la curiosidad terminó por hacer el resto.
Un saludo
Gracias, Petra. Un gusto que te guste ;)
Jeje, sí, Anita, a veces vendría bien disponer de un espejo así.
Muchas gracias, Mar. Ojalá fuera tan así como dices. Abrazos.
Merci, Lady.
Francisco y Enmascarado, gracias.
Saludos cordiales.
Fantástico, es mi primera visita a este lugar y me gusta lo que encuentro.
Bienvenida al Elefante, Yolanda.
Saludos cordiales
Lo prohibido es objeto de nuestros deseos y este micro ¡¡no debiera leerse!! ¡¡debiera estar prohibido!!, para que todo el mundo corriera a hacer algo que no debe.
Muy inteligente, Gabriel. Un placer pasar por aquí y dejarte mi pequeña huella. Besos.
Jaja, coincido debiera estar prohibido... pero sólo para que cunda el deseo de leerlo ;)
Gracias, Laura. Un placer también para mí el que pases por El elefante.
Saludos
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