martes, 20 de diciembre de 2011

El vendedor de ventanas portátiles



RAMÓN CORTÉS le dice a todo el mundo que él es un vendedor de ventanas portátiles. “Mis ventanas ―afirma― tienen el tamaño de una caja de fósforos, por lo que pueden llevarse en el saco o en el pantalón en el caso de los caballeros, o en la cartera, en el de las damas. Son inmunes a los pelotazos, no se ensucian y jamás fallan”. Cuando alguno de sus interlocutores le solicita una demostración, con los ojos saltones, enseña una de sus palmas horizontal y vacía. Ante la incredulidad del cliente, Ramón Cortés tira de una de las aristas de la ventana. “Otra ventaja de mi producto ―arguye mientras extiende ambos brazos en direcciones opuestas― es que se adapta al tamaño que uno necesita”. Y agrega: “Para restaurarla a su forma portátil, lógicamente, realizamos la operación en sentido inverso”. Su discurso concluye siempre con un rotundo: “¿Cuántas me dijo que quiere?”. Tal vez por misericordia o para sacárselo de encima, la gente suele efectuar la compra a cambio de una modesta suma. Pero Ramón Cortés sabe perfectamente que lo toman por loco, ya que todos, sin excepción, olvidan lo comprado en el suelo.
Lo curioso del caso es que durante las investigaciones para dilucidar cómo los asaltantes evadieron el cerco policial en la reciente toma del Banco Provincia, Ramón Cortés, quien se hallaba entre los rehenes, declaró:
―Eran buenos muchachos..., ni dudaron en usar mis ventanas.

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22 comentarios:

Mar Horno dijo...

Es un micro que me hubiera gustado escribir a mí. No conozco otro elogio mayor que decirte esto. Un abrazo.

Susana Camps dijo...

La ruptura final es brutal. Qué bueno eres. Aparte, me has hecho reír, y eso es siempre de agradecer.
Abrazos sonrientes.

Anita Dinamita dijo...

Me gusta muchísimo como vas creando el ambiente, hasta hacerme creer que está loco, y luego, como si volviera las ventanas a su tamaño original, en sentido inverso desenrollas otra vez la creencia en las ventanas.
Aplausos

Xibe dijo...

No estaba loco, Ramón.
Los otros no sabían ver.

Saludos

MJ dijo...

Gran invento el de Ramón. Ojalá viniera algún día por aquí; yo le compraría una :-)
Ingenioso micro, Gabriel.
Felicidades.

Un abrazo.

Francisco Espada dijo...

Un relato delicioso. ¡Enhorabuena!

Verónica Ruscio dijo...

¡Quiero una ventana!

Romina E. dijo...

Me da mucha ternura Ramón... excelente su relato.
beso!

Esteban Dublín dijo...

Después de tanto tiempo sin pasar por aquí, vuelvo y encuentro un micro de estupenda calidad, tan bien escrito, tan bien pensado, tan bien resuelto. Siempre es un placer encontrarte, Gabriel. Recibe mi abrazo de felicitación.

Elisa dijo...

Je, je, no puedo decirte nada que ya no sepas. Tal vez que mezclas imaginación y humor en dosis precisas y que tus micros son inimitables. Enhorabuena.

Juan Ojeda dijo...

Excelente historia, un final totalmente sorpresivo... siempre hay un adelantado que todos ven mucho más atrás que sus sombras,

Abrazo, felices fiestas.

Elysa dijo...

Un micro con mucha fantasia e imaginación y un final rotundo.

Me gustó

Besitos

Gabriel Bevilaqua dijo...

Mar, yo también creo que ese es el máximo elogio que un escritor le puede dedicar a otro. ¡Muchas gracias! (Estimo que en algún punto nuestras imaginaciones —más allá de las diferencias, por supuesto— se parecen o se tocan).

Muchas gracias, Susana. A veces escasea el humor en la literatura y pienso que no debería ser así.

Qué bueno que te haya gustado, Anita. Muchas gracias.

Así es, Xibeliuss. Bienvenido al Elefante.

MJ, creo que Ramón tendría muchos compradores después de todo ;) Muchas gracias.

Muchas gracias, Francisco.

Vero, veré si lo localizo a Ramón y lo pongo al tanto de tu pedido ;)

Romina, muchas gracias, un gusto volver a verte por aquí, pero, ay, seguís tratándome de usted.

Muchas gracias, Esteban. Valoro especialmente tus palabras porque vienen de un microrrelatista muy minucioso.

Muchas gracias, Elisa. Me has dejado sin palabras..., afortunadamente tengo una chistera de donde sacar más ;)

Juan y Elysa, muchas gracias.

A todos: me alegra que les haya gustado. Como no sé si voy a volver a postear antes del sábado, aprovecho para desearles a todos los que suelen pasar por aquí, tanto a los que se hacen visibles a través de los comentarios como a los numerosos invisibles, una ¡Feliz Navidad!


Saludos cordiales.

Anónimo dijo...

El emperador sí estaba vestido y Ramón fue el único que supo imitar el materíal con el que estaba hecho su traje :D



Un abrazo, Gabriel

Anónimo dijo...

Este...Gabriel, el teléfono de Ramón...me gustaría hacerle un encargo. Haz lo que puedas, por favor.
;)

Gabriel Bevilaqua dijo...

Muchas gracias, Alma. Veré lo que puedo hacer pero me parece que Ramón no tiene teléfono, se maneja con mails aunque nunca lo he visto ante una computadora... ;)

Saludos

lola dijo...

Precioso relato y muy inspirador. Me fascinan las personas como Ramón. Tal vez algún día me atreva a retratarlo, si se deja ;)
Feliz Navidad

Gabriel Bevilaqua dijo...

Muchas gracias, Lola. Bienvenida al Elefante. No sé si Ramón se dejaría retratar o no, pero conozco a un hombre en medio del desierto subido a un barco al que le encantaría...

Feliz Navidad también para ti.


Saludos cordiales

Alfonso Pedraza dijo...

Me ha gustado leer tu texto nuevamente, lo he disfrutado desde su presentación en el taller.
Abrazo de fin de año.

Enmascarado dijo...

Muy bueno Gabriel, buena parte de los inventos y descubrimientos revolucionarios tuvieron el mismo reconocimiento.
Feliz y cálida Navidad.

Unknown dijo...

Muy bueno, Gabriel, me encantó.
Qué tenue la línea que separa la cordura de la locura, y qué difícil distinguir en que lado nos encontramos cada uno.
Besos y feliz año,

Gabriel Bevilaqua dijo...

Doc, Enmascarado y Aurora, muchas gracias por vuestras visitas.

Abrazos y ¡Feliz Año Nuevo!

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