El
cuento nació en los albores de la humanidad cuando todavía no se había
inventado la escritura. Nació por tanto para ser narrado oralmente, casi con
seguridad con los escuchas sentados alrededor del fuego que protegía, daba
calor y acunaba palabras, pesadillas y sueños. Con los siglos se forjarían las
grandes tradiciones cuentísticas, las cosmogonías, las leyendas.
En
lo personal no conozco a nadie que le niegue a sus oídos una buena historia, y,
menos que menos, si el contador exhibe cierto arte. Algo habíamos hablado en El elefante sobre el valor de contar. En
este punto se hace imposible no mencionar a Laiseca
como un maestro de la narración oral de terror.
Todo
lo anterior me sirve como pretexto para acercarles a una cuentacuentos ―para niños, y no tanto― que me ha
encantado por la vivacidad de su interpretación. Que la cosa, además, venga de
brujas y gatos, también suma lo suyo. Con ustedes, Beatriz Montero y La bruja
Endunda.
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3 comentarios:
Magnífica la cuentacuentos Gabriel, qué disfrute, muchas gracias por traerla hasta aquí. Un abrazo
Fíjate que el otro día empecé a darle vueltas a una idea: hacer algo así como un auditorio donde los escritores leyeran sus textos en directo. Una especie de multicines literarios. Tu post de hoy me aporta elementos para seguir elaborando esta idea.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Marce, pienso lo mismo: una cuentacuentos con mucho arte. Gracias a ti por pasar.
Bueno, Pablo, me alegro que este humilde post te haya aportado algunos elementos para tu proyecto. Los escritores solemos ser bastante malos para leer en público, cuestión de timidez.
Abrazos funambulescos.
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