jueves, 4 de noviembre de 2010

De conspiraciones

Alexandra Catiere


«Enseñar a un niño no es llenar un vacío sino encender un fuego.»

Michel de Montaigne


Yo creía que la conspiración montada por los profesores de lengua y literatura para evitar que surjan nuevos lectores era algo doméstico, uno de los tantos males enquistados en el país. Ingenuo de mí. Parece que los alcances de esta mega operación se extienden allende las fronteras y causa estragos, por ejemplo, en España. Al menos, eso es lo que saco en conclusión al leer el artículo que seguidamente les comparto.


Prolepsis narrativa

Eduardo Jordá


Doy un repaso al libro de ejercicios de Lengua y Literatura de 1º de ESO que estudia mi hija. Veo un capítulo que me llama la atención sobre las técnicas del relato. Leo al azar: "Tiempo cronológico del relato", "tiempo interno de los personajes", "prolepsis narrativa"… Le pregunto a mi hija si entiende algo. Se encoge de hombros y me dice que no. Le pregunto si le interesa. Me dice que no. Pero ella sigue haciendo sus deberes, forcejeando con la prolepsis narrativa (también llamada prospección), y después con el tiempo "cronológico" de la narración, que es distinto faltaría más del tiempo "interno" de los personajes.


¿Nos hemos vuelto locos? Mi hija va a cumplir trece años y está estudiando temas sobre los que muchos escritores no sabrían dar una explicación razonada. Tengo cierta experiencia en talleres de narrativa, pero nunca he hablado de la prolepsis, también llamada prospección, y sólo en contadas ocasiones he comentado el tiempo "interno" de los personajes, y lo he hecho ante alumnos que tienen un gran interés en la narrativa y que además son magníficos lectores y saben escribir bien. Y no creo que ésta sea la situación de los estudiantes de ESO, a los que no imagino como lectores voraces con una gran capacidad expresiva. Una vez más nos equivocamos en los planteamientos educativos. ¿No sería mejor que los estudiantes leyeran un puñado de narraciones, aunque fueran de la serie Crepúsculo, antes de enseñarles el tiempo interior de los personajes? ¿Y no sería mejor que hicieran comentarios detenidos de lecturas, y luego resúmenes, y luego explicaciones orales de las tramas y de los personajes que han leído?


Nuestro sistema educativo tiene la pésima costumbre de construir la casa por el tejado. Le da demasiada importancia a los áridos temas abstractos, antes de intentar por todos los medios que los alumnos de ESO entiendan un texto narrativo, y aprecien y lo disfruten, y luego lo resuman y lo expliquen por escrito. Habría que recuperar las redacciones, para que el profesor enseñara el buen uso del vocabulario y la sintaxis, y después los alumnos deberían acostumbrarse a redactar con claridad y precisión (los profesores tendrían ahí una tarea gigantesca). Pero sólo así se podría conseguir que los alumnos supieran hacer un buen uso del lenguaje, cosa que les serviría por igual para ser médicos o ingenieros o mecánicos.


Nos quejamos del fracaso escolar, pero muchas veces este fracaso no es más que una consecuencia del fracaso del sistema educativo. Se puede fracasar por ser demasiado teórico. Se puede fracasar por despreciar lo evidente. Se puede fracasar por no saber dar los pasos adecuados desde lo más fácil a lo más difícil. Y no vamos por buen camino.


Fuente: Diario de Sevilla


Como experiencia personal debo decir que a excepción de una suplente, joven y motivada, nunca tuve buenas profesoras de literatura. La obsesión por enseñar cosas como las que describe el artículo, sumada a lecturas totalmente ajenas a los intereses de un adolescente, desmotivan incluso al más predispuesto. La citada suplente, en cambio, logró captar la atención hasta de los más revoltosos o indiferentes con un puñado de obras modernas que hacían pie en la ciencia ficción, el terror, la aventura. Vuelta la profesora titular, la apatía general recuperó sin concesiones su trono…


Por supuesto, que estimo, al margen de la chanza inicial del post, que no es culpa ―más allá de algún caso puntual― de los profesores que deben lidiar contra viento y marea sino de un sistema educativo que no toma en cuenta las capacidades cognitivas según el rango etario, que deja desamparados a los educadores, incapaz de romper con prácticas formativas obsoletas, etc., pero por encima de todo un problema de objetivos: ¿a qué se aspira realmente: a formar futuros lectores o a llenar un vacío?


Arte: Alexandra Catiere

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11 comentarios:

Elisa dijo...

Me lo anoto, muy interesante. Me resulta curioso que lo hayas encontrado precisamente en el Diario de Sevilla, a tantos kilómetros de distancia, eres todo un sabueso.
Por otra parte me consuela que pese a tu mala experiencia con los profesores y de Literatura hayas llegado a amarla tanto y a escribir tan bien, eso me libera de responsabilidades, parece que los profes no tenemos una influencia tan relevante.

Claudia Sánchez dijo...

¡Que buena entrada Gabriel!
A mí me interesa especialmente el tema de la influencia de la educación en el proceso de formación de lectores. En realidad debería decir en el proceso de formación de personas, pensantes y actuantes, que pueden crecer a través de la lectura.
Creo que la sociedad en su conjunto, y la educación particularmente, están trabajando para formar individuos desmotivados, incapaces de un pensamiento crítico más allá de los rumores de las masas. Los chicos no saben cómo hacerlo porque están abrumados. Entonces se dejan llevar.
No puedo creer que esto no esté orquestado. Me niego a creer que nadie se dé cuenta que este sistema no sirve. Ya pasaron algunas décadas de errores... ¿Cuándo piensan tomar cartas en el asunto? Hoy, a mi niño de 7 años le piden que escriba cuentos, que cambie los finales de las historias, que investigue para Naturales y Sociales. Hace cuarenta años, en primer grado hacíamos palotes para aprender a escribir. No digo volver a aquello, pero, por favor, bajen la velocidad, para que más niños tengan oportunidad de tener una mejor educación, y por ende sean mejores personas. Deberíamos comprender que es por el bien de todos.
Saludos!

Virginia Vadillo dijo...

Tienes mucha razón, y también quien escribe ese artículo. Pasa, además, con otras muchas asignaturas... Estoy totalmente de acuerdo con que es absolutamente inecesario hablarle a un chaval de prolepsis y tiempos internos, es muy difícil que algo tan abstracto motive a nadie a leer... Yo, de los profesores que más aprendí, fue de los que se saltaban el temario, no seguían el libro y proponían sus propias actividades y ejercicios.
Muy buena reflexión, gracias por compartirla :)

Palabras como nubes dijo...

¡Qué bueno, pero qué bueno el artículo! Lo comparto absolutamente. También comparto tu opinión sobre los profesores desamparados, es tal cual (y también que hay excepciones, esos no se olvidan) ¿Entonces? ¿Y en la casa? ¿Y esto de fomentar la lectura como actividad lúdica?
No creo que se aspire a llenar un vacío pero tampoco a formar futuros lectores, a nadie pareciera interesarle esto último.

Gracias por compartir, Gabriel.
Buen finde.
Jeve.

Pablo Gonz dijo...

Gracias por el artículo, Gabriel, y por los comentarios adjuntos (todo muy interesante, como siempre). Yo tampoco tuve buenos profesores de literatura pero para bien o para mal terminé siendo lector y quizás como consecuencia directa de esto: escritor.
Un fuerte abrazo y buen fin de semana,
PALBO GONZ

Gabriel Bevilaqua dijo...

Elisa, lo bueno de internet es que reduce miles de kilómetros a la mera distancia de un clic (aunque la virtualidad, claro, tiene su componente de gran ilusión).

Con respecto a los profesores, yo creo que tienen una influencia sino definitiva, sí importante; por eso comencé la nota, un poco en serio un poco en broma, con lo de la conspiración para que no surjan nuevos lectores: a esa edad se forma el gusto lector, y si se enseña la lectura como algo pesado, aburrido, de castigo (por revoltosos van a tener que leer 50 páginas…), etc., muchos no volverán a tocar un libro. Pero ojo ¡qué no quiero que te sientas mal!, que haya profesores malos no te involucra a ti para nada. Me juego el alma sin temor que tú debes ser una profesora excelente; además, el hecho de escribir te otorga seguramente una perspectiva enriquecida para la enseñanza.

Y muchas gracias por eso de “a escribir tan bien”, aunque no sea cierto se agradece grandemente.


Claudia, el tema de la educación y los programas de enseñanza se asimilan mucho al mito de Sísifo, es una tarea que se debe revisarse cada cierto tiempo. No hay una solución que sirva para siempre. Imaginate que distinto es el mundo de cuanto nosotros estudiamos a lo que vive tu niño ahora.

El hecho es que la manera en que se enseña particularmente literatura a mí no me parece la correcta. Creo que el fin último de ésta es despertar el gusto lector (el fuego de la frase) y la capacidad de escribir mínimamente bien. Por eso coincido con lo que dice el autor en la nota.


Justo, Virginia, como la profe suplente que comento en la nota: se salto el temario y propuso lecturas y actividades que a todos nos asombraron; lamentablemente, luego volvió la titular y el paisaje gris y chato, de prolepsis y afines, se reinstaló. A modo de acotación, esa desmotivación y abstracción debieron ser en parte los motivos por los cuales Lengua fue la única materia que siempre me tuvo con la soga al cuello y la punta de los pies al borde del banquito :(


Jeve, creo que una de las claves es fomentar la lectura como actividad lúdica precisamente, pero parece ser que eso es más un enunciado que una realidad. La verdad es que los padres siempre hablan de leer, lástima que muchos no prediquen con el ejemplo.

Comparto que no existe una intención de formar lectores. ¿Desinterés o algo más? Quién sabe.


Pablo, creo que somos muchos los que no tuvimos buenos profes de literatura (los tuve notables ―aunque también malos, claro― en biología, química, física, pero salvo la suplente señalada, no en literatura. Me pregunto si esa joven vivaz y entusiasta por la enseñanza con el correr de los años habrá mantenido ese espíritu o si el sistema y la realidad la convirtieron en un símil de la profe que supo sustituir…), pero para bien o para mal, como dices, acá estamos; en mi caso haciendo palotes, al menos, como un intento de escritura.


Saludos funambulescos.

josé manuel ortiz soto dijo...

Gabriel, muy buen entrada. Efectivamente la educación (no sólo el asunto de la literatura) es un mal generalizado, y México se incluye. Por fortuna, como dice Elisa no todo está perdido, pero al contrario de ella creo que sí es importante la participación de los profesores. En mi caso personal, el gusto por la lectura se dio por el apoyo de mi hermano mayor, pero luego continuó con varios de mis maestros hasta la educación media. Ya después uno toma solo su camino.

Un saludo.

Mónica Ortelli dijo...

Magnífico artículo y muy interesantes las opiniones de todos. Como docente, aunque no de literatura, creo que el profesor siempre tiene la última palabra en su trabajo en el aula. Aquí, -me refiero a Argentina, provincia de Buenos Aires,escuela pública- los lineamientos curriculares no son rígidos como para que el docente no pueda usar el sentido común y adaptar los contenidos según las características de los grupos. La profundidad de lo que se enseña, el modo, va a variar de acuerdo a eso. De cada docente, de las ganas que le ponga a su tarea, de su capacidad también, va a depender si 'llega' o no a sus alumnos, si logra 'despertar' a alguno; aunque sea lo logre con uno sólo, pues ya cumplió su misión.
Con respecto a los profesores de literatura que me han tocado en suerte, pues he sido una privilegiada, ya que los tuve muy buenos, o al menos así me parecían a mí. Recuerdo especialmente a dos profesoras que estimulaban la creatividad ante todo, en esa época se escribía, se hacían redacciones, cosa que ahora no se hace demasiado, me parece. De todos modos, creo que mi afición por la lectura y escritura provino de mi casa: mi padre leía mucho y también fue escritor, casi me animaría a decir que ha sido hereditario.
Reitero,muy buena idea tuviste al hacer esta entrada; hizo que rememorara mis comienzos con las letras. Gracias.
Pd: vaya, la palabra de verificación es 'profe', jejeje

Gabriel Bevilaqua dijo...

José, coincidimos, para mí, como le decía a Elisa, los profesores sí son importantes. Para muchos la única oportunidad de contacto con la ficción es la escuela, sumado a que leer no es sencillo (si así lo fuera, todos seríamos lectores como casi todo somos cinéfilos porque al fin y al cabo a todos nos gusta que nos cuenten historias más allá del soporte), un mal encuentro a esa edad con las letras predispone a un alejamiento definitivo de las mismas.

También concuerdo contigo en que la educación es un mal generalizado, al menos en nuestros países.


Mónica, precisamente, antaño se enseñaba a redactar, cosa que ahora no se hace. Lo que señala el artículo sobre la enseñanza de conceptos abstractos a una edad en que no se los puede aprehender y que no interesan, es tal cual. Yo también lo viví: a pesar de que era un alumno despierto me costaba y he visto que muchos de esos conceptos recién los aprendí (y estoy aprendiendo, vamos) mucho después. ¿No sería mejor no captar la atención de los chicos con lecturas contemporáneas y de género? Fíjate, pienso, que los microrrelatos ―los más diáfanos― también podrían resultar amenos. Lo que a mí me queda claro es que a un chico de 13 años no se le pueden enseñar Las coplas a la muerte de mi padre, que son excelentes, pero para otro momento. Hay muchos que piensan, dadas las malas experiencias, que habría que sacar literatura. No lo creo, pero si no se implementan modificaciones la cosa seguirá así, formando no lectores.

Con los años y dada mi experiencia, lo que uno ve que le ha servido y lo que no, soy bastante escéptico con respecto a la educación, al menos en nuestro país. Es más, creo que las cosas han empeorado, el invento del polimodal (¿así se llamaba?) en la provincia fue un desastre. Claudia, en su comentario, señala que está orquestado, no me atrevería a rebatirla.

Lo de la palabra de verificación forma parte del complot ;)


Saludos cordiales.

Elisa dijo...

Bueno, quiero dejar claro que yo no pienso que los profesores no sean importantes, faltaría más, sino que a veces me abruman tantas responsabilidades (y tantos "objetivos no alcanzados") y por tanto necesito relativizar un poco. Quiero pensar que, aunque importante, su labor no es definitiva o dicho de otra manera, que aunque yo fracase, puede haber remedio.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Elisa, concordamos; lo que pasa es que como habías dicho “parece que los profes no tenemos una influencia tan relevante”, daba la sensación de que le restabas importancia. Por eso te decía que “Con respecto a los profesores, yo creo que tienen una influencia sino definitiva, sí importante”. Te puedo asegurar que yo no soy el único que piensa que ciertos profes de lengua y la forma de enseñar la materia son los responsables de la creación de muchos no lectores (más bien constituimos legión). Por eso la cita inicial de Montaigne, no se trata de llenar de nombres de autores, fechas, análisis acartonados, abstracciones, etc.; sí, en cambio, de encender el fuego de la curiosidad lectora, para que después, como bien dice José, tomar camino solo. Ahora se entiende perfectamente lo que habías querido expresar: el hecho de que un profesor fracase puede tener remedio, POR SUPUESTO, gracias a otro profe, a un tutor (ésta sería una figura importante como señala José con su hermano mayor), o a la vida misma. Pero ya te digo, no creo que haya que cargar las tintas sobre los maestros que tienen que adecuarse a unos requerimientos establecidos; lo que se debe hacer es modificar la metodología de enseñanza. Y entiendo también que se sientan abrumados por las exigencias de una burocracia educativa que no tiene que lidiar con niños y adolescentes.

En fin, como me he extendido.

Saludos cordiales, profe… que tú eres de las buenas, buenas ;)

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