sábado, 31 de julio de 2010

Tibieza



TU CUERPO está rígido como una piedra, te niega, no sientes nada. Piensas en Ángela, en cuánto tardará, haces cálculos… Y das batalla, una y otra vez. Al fin consigues mover uno de los pulgares: un nudo de saliva se desata en tu boca. Pero el dedo no halla solidaridad en sus semejantes ni tampoco la fuerza para desplazar la mano; te cansas. Entonces maldices, y tus ojos giran desenfrenados, se encienden, quieren escaparse; hasta que súbitamente se detienen en tus pies: los descubres tan lejanos que la mosca que los sobrevuela parece un buitre. Ángela siempre se ha burlado de tus pies; dice que son demasiado delicados para ser de hombre. Lo dice, con cariño, para hacerte enfadar; lo sabes, y sueles seguirle el juego. De pronto notas que el agua comienza a cubrírtelos. No percibes si está fría o caliente. Recuerdas que no tuviste tiempo de regular el grifo. Y un par de lágrimas te asaltan las mejillas; te convences de que es sudor. A poco, el pulgar, del que ya te habías olvidado, te cuenta que el agua está tibia, como a ti te gusta, y sonríes.


Safe Creative #1007316947844

Foto © Altriar, Water


lunes, 26 de julio de 2010

Póquer de Reinas



«Las ideas para los micros en general las encuentro trabajando. No creo en la "inspiración", aunque tengo muchos momentos de percepción donde de pronto me encuentro siendo espectadora o protagonista de una escena interesante. A veces siento que me desdoblo y miro desde afuera, como un narrador omnisciente. Entonces leo ese fragmento de la realidad y empiezo a tejer asociaciones. Puede ser algo que veo o que escucho, pero inmediatamente se me ocurre un juego de palabras en torno a eso, o trato de invertir la mirada. Lo que me queda es en definitiva una idea para empezar a trabajar. Focalizo en la cadencia del lenguaje y en las omisiones, trato de que el relato se entienda y quede redondo. A veces algo me hace ruido pero no me doy cuenta de cuál es el problema y necesito dejar el cuento en terapia intensiva unos días para descubrirlo. Al contrario de lo que se piensa, es muy difícil escribir Microficción. Uno puede pasar semanas y meses dándole vueltas a un puñado de palabras. En realidad dicen que los textos nunca están listos, pero bueno, al menos se trata de llegar a una versión aceptable».


Sandra Bianchi


«Con el adiestramiento necesario, leer microrrelatos se convierte en un hábito insoslayable. Suelen esconderse en los rostros de los transeúntes, en los de los pasajeros de los trenes, en las muchedumbres que se manifiestan, en las fotografías de prensa, en los cuadros de las exposiciones, en los libros de historia y en los de poemas. Cuando se logra capturar alguno hay que evitar disecarlo o perforar su cuerpo grácil con un alfiler que lo inmovilice; para que conserven su hálito, el escritor aficionado aprenderá de los maestros, los que fueron y son capaces de ofrecérnoslos frescos, palpitantes, capaces de destilar humor, emoción, revelaciones. La realidad, que hoy día desconfía de estructuras literarias complejas y artificiales, está presente en ellos tal como es, fragmentaria, polimórfica, dotada de perspectivas contradictorias y complementarias, enriquecida por infinitos puntos de vista; escribimos microrrelatos para no traicionarla. Y en pos de esta fidelidad decidirá el autor en cada caso si debe abrir puertas a lo íntimo o a lo desconocido; si utiliza la sorpresa para hacerse, y con él al lector, sensible al misterio o a la aventura de lo cotidiano; si prefiere golpear las conciencias o dar al receptor un toque en el hombro que lo vincule al instante gozoso de la lectura».


Elisa de Armas, Poética


«Podríamos pensar que el minicuento no es tan nuevo como para ser un género en formación y que textos muy breves han existido desde los orígenes de la literatura. Pero debemos estar claros que el minicuento no es simplemente un tipo de cuento muy breve sino que es un cuento muy breve que se interrelaciona paródica y humorísticamente con otros géneros y que utiliza estas interrelaciones genéricas como estrategias narrativas. Estas características lo desvinculan de la narrativa simplemente muy breve y se dan solamente en los minicuentos de este siglo, especialmente de los ‘20 en adelante».


Violeta Rojo


«Cuando empiezo a signar el papel —porque siempre he escrito manuscritos que después van al computador— parto de una imagen, no sé cómo va a desarrollarse la historia, ni cómo va a ser el final. Hace años cuando leí el texto de Cortázar, Del cuento breve y sus alrededores, me sorprendí al encontrar la imagen de la madeja en la creación de sus cuentos, de igual forma, siento como si tuviera una madeja de hilo adentro y empiezo a tirar de la punta, en ocasiones sale limpia y pareja, pero también a veces sale con nudos y enredos que tengo la paciencia de desenredar o cuando veo que es imposible, simplemente, recorto la hebra y empiezo otra historia. No se trata de una escritura automática, porque hay momentos en que me detengo para observar hacia dónde se dirige la historia, generalmente cuando veo que se desboca entre ramas o retóricas inútiles. A veces, antes de concluir, se me aparece o adelanta el final, entonces, redondeo el cuento y lo demás es labor de limpieza.


Generalmente, el relato conserva su primera tensión, la historia no cambia. Dentro de mi estructura mental y afectiva, al escribir las ficciones, no planeo de antemano esquemas narrativos. La historia misma se va tejiendo y busca su propia estructura, su propio lenguaje. Confieso que desde que conocí los relatos breves y las minificciones, me han atraído poderosamente por su síntesis y su fuerza evocadora, los concibo como agujeros negros: pequeños espacio-textos que guardan muchísima energía-sentido en su interior.


Los textos que escribo, sean poemas, cuentos, artículos, cartas, pasan primero que todo por el tamiz de mi oído, los leo oralmente, porque el ritmo, la musicalidad interna de las expresiones creativas, en especial, en la música y el cine son una especie de brújula que marca equilibrio y el sentido de las cosas».


Nana Rodríguez Romero


Arte © José Luis Muñoz, Reina de Corazones


jueves, 22 de julio de 2010

Premio Dardo y Blog de Oro



Pablo Gonz ha tenido la gentileza de distinguir al Elefante funambulista junto a otras nueve bitácoras con el Premio Dardo y Blog de Oro, lo cual le agradezco grandemente. Entiendo que la función del galardón es destacar aquellas casas virtuales que suelen acogernos con valiosos contenidos y así contribuir tanto a su difusión como a un mayor vínculo entre los blogueros. En vista de lo dicho y tomando el relevo, El Elefante les concede en riguroso orden alfabético y pidiendo desde ya disculpas a todos aquéllos que no se encuentren pero que, les aseguro, leo con igual fruición el Premio Dardo y Blog de Oro a las siguientes diez bitácoras:


Cuervos para tus ojos, de José Manuel Ortiz Soto


Cuevalagua, de Almalaire


Dama de agua, de Manly


El calor de una nevera mal cerrada, de Susana Martínez


El fantasma de la Guionista, de la Fantasma Guionista


El ojo que te mira, de Virginia Vadillo


Metalsaurio, de Metalsaurio


Mujer de Aire, de Mayde Molina


Palabras como nubes, de Jeve y Ruma


Pativanesca, de Elisa de Armas



Gracias y felicidades a todos por vuestro quehacer bloguero.


Gabriel


29/07/2010 Susana y Metalsaurio, ¡muchas gracias de verdad por haberme vuelto a distinguir con este premio!

16/09/2010 Virginia, ¡muchas gracias también a ti por devolverme el premio!



miércoles, 21 de julio de 2010

El artista de la familia

Gracias Mayde.





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