lunes, 28 de febrero de 2011

Abracadabra



EL TIPO escondió un paquete de fideos y una caja de tomates en su chistera y se dirigió al sector de verduras. No sé por qué lo seguí. Un par de cebollas, media docena de zanahorias, un morrón, perejil, ajo y unas cuantas papas tuvieron entonces el mismo destino. No pude más que rascarme la cabeza y acariciarme el mentón. Ya en el sector de carnes, proveyó a su chistera con una colita de cuadril. Luego pasó por caja y se retiró legalmente con un miserable paquete de servilletitas de papel. Lo escolté hasta el parque y me senté a su lado. Adivinó mis ojos.
―Si me hace el honor de acompañarme, se lo aclaro ―dijo, y al sacarse la chistera me colmó un suculento aroma a estofado.

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domingo, 20 de febrero de 2011

Rubias

Supermercado, carrito, mujer



EN LA NOVELA, un hombre de gafas negras, pelo corto y gabán, camina hasta una rubia que se entretiene leyendo en la cola del supermercado y, una vez ante ella, le pega un tiro en la cabeza. No me resulta indiferente que la mujer se llama como yo. Tampoco, que estoy en la cola del súper leyendo, ni que un hombre de gafas negras, pelo corto y gabán, camina hacia mí. Vacilo entre gritar o proseguir con la lectura. En tanto, el sujeto le pega el tiro a otra mujer. Indignada por esta marginación, increpo al asesino.


―Lo siento ―dice―, pero la protagonista era una rubia auténtica.


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lunes, 14 de febrero de 2011

Domesticando

Alexei Bourikin



DESDE que el ilustre alquimista Belisarius descubriera la pócima para transformar a las mujeres casadas en ratones, los gatos se han vuelto las mascotas preferidas de los maridos.


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Foto © Alexei Bourikin

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miércoles, 9 de febrero de 2011

De dinos y anécdotas

Dinosaurio


El dinosaurio

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.


Si existe un microrrelato que ha dividido las aguas en cuanto a las opiniones sobre sus méritos como pieza literaria es El dinosaurio de Augusto Monterroso. Para algunos se trata de una genialidad, para otros de una fenomenal tomadura de pelo. He notado que entre los primeros se encuentran muchos ―que no todos― teóricos del género. En cambio, entre los autores parece prevalecer ―aunque quizás me equivoque― la segunda categorización.


En todo caso la anécdota que sobre el origen de El dinosaurio le contara Juan José Arreola a Antonio Fernández Ferrer, quien la reproduce en su libro La mano de la hormiga. Los cuentos más breves del mundo y de las literaturas hispánicas, resulta de ser cierta reveladora…



«Vivíamos allí, en aquel departamento tan chico, tres amigos: Ernesto Mejía Sánchez, José Durand y yo; y uno de ellos tenía necesidad de comunicación, siempre tenía que contar todo lo que le pasaba en el día. Generalmente, en ese momento de su juventud, eran penalidades de carácter amoroso; él batallaba mucho con esto y nos desvelaba, y a veces cuando ya estábamos nosotros dormidos ―Mejía en el cuarto y yo en el hall en su camastro, muy moderno pero camastro al fin―, llegaba este hombre, a veces en la madrugada, y entonces hacía que se tropezaba y ya despertaba uno: “iAy!, ¿qué te pasa, José, qué te pasa?”. Y él empezaba: “¡Ay!, que te tengo que contar...” Y nomás se sentaba a la orilla de la cama; uno estaba acostado y Durand se sentaba al lado y empezaba a contar qué le había pasado y uno se dormía... y no sabemos si se daba cuenta o no, pero él seguía allí hablando y a veces uno de los dos se despertaba y estaba José Durand, que era muy alto ―casi dos metros― y todavía estaba a la orilla de la cama. Y un día me dijo Ernesto Mejía Sánchez: “¿Sabes que cuando desperté todavía estaba allí este dinosaurio?”. Ernesto se quedó dormido y el otro no se levantó. Y Tito lo sabía, porque a él también le pasaba. La idea era que uno se quedaba dormido, y Durand, aunque te viera dormido, no se levantaba ni se iba a acostar, se quedaba el amigo allí, a la orilla de la cama... Ya ves, el origen del cuento es completamente concreto, porque como Durand era muy alto, se le decía de todas las maneras: “dinosaurio”, por ejemplo».

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domingo, 6 de febrero de 2011

Si lo tuyo son las minificciones, no dejes pasar esta oportunidad

Ficticia, Cabecera


El elefante funambulista se suma y se hace eco de la invitación que el Dr. Alfonso Pedraza ha lanzado desde Arca Ficticia para participar en el taller literario de La Marina.


Participa


Las minificciones que guarda esta Arca, son escritas por los ficticianos que, como tú, somos personas comunes, de diferente actividad, nacionalidad y edad. También tú puedes hacerlas si te lo propones. Solamente necesitas dejar salir tu creatividad y seguir el consejo de los tripulantes del taller.


Para ello debes acudir a nuestro centro de actividades «La marina» de www.ficticia.com


Y seguir estos pasos:


1.- Regístrate de forma gratuita, solamente debes contar con un correo electrónico.

2.- Accede a la Bitácora y busca con fecha de los últimos días del mes la convocatoria mensual que se publica allí. Te enterarás quién es el jurado, el tema que trabajaremos durante el concurso mensual, el tallerista que te atenderá el día que decidas publicar tu texto para el concurso.

3.- Prepara tu texto, en cuanto lo revises y consideres que está listo para publicar…

4.- Acude a La marina y abre la ventana: Enviar minificción. Llena los campos que te solicitan. Publica tu minificción.

5.- En breves días revisa la bitácora y busca los comentarios que el tallerista del día hace de tu mini.

Si resultas seleccionado, contáctalo por correo electrónico para que en conjunto lo trabajen hasta TU entera satisfacción. El día 25 del mes lo publicará en la muestra mensual para competir con los textos seleccionados de todos los demás días.

Si no resultaste seleccionado, puedes, si lo deseas, volver a publicar tu mini con otro tallerista en un día subsecuente y también puedes haber hecho correcciones al texto en la forma que tu primer tallerista te sugirió.

6.- Espera el veredicto del jurado mensual y si resultas premiado tu minitexto aparecerá publicado en las tómbolas de ficticia, en el blog Arca Ficticia y en Ficción Mínima.


Te esperamos.



Por último, las palabras de una distinguida escritora cuyo nombre mantendré en reserva sobre su experiencia como ficticiana:


«Lo mejor de este concurso mensual es la posibilidad de "tallerear" las minis que resulten seleccionadas en cada uno de los veinte primeros días del mes antes de presentarlas a la muestra mensual de la que salen los ganadores. Dentro de los talleristas hay de todo: profesores universitarios, periodistas, escritores profesionales y aficionados; a veces hay alguno muy duro que destroza tu texto con afilados comentarios, otras, en cambio, te hinchan el ego con alabanzas. Para mí, que llevo por allí más de un año, ha sido una experiencia muy fructífera, pues no siempre es fácil encontrar una persona que te ayude a pulir los textos de forma tan meticulosa como han hecho algunos de los talleristas con los míos. También se trata de ir averiguando con las opiniones de quién conectas. Si os decidís a navegar por allí, poco a poco, iréis descubriendo bajo los pseudónimos a algunos blogueros y blogueras bien conocidos. ¿Alguien se anima?».

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jueves, 3 de febrero de 2011

Pequeña antología de hiperbreves (con antólogo incluido)

Libros


Disponibilidad absoluta

Nélida Vidal

Señorita de moral elástica se ofrece a regentar casa chica con gastos de casa grande. Pobres abstenerse.


Cláusula III

Juan José Arreola

Soy un Adán que sueña con el paraíso, pero siempre me despierto con las costillas intactas.


Del deseo

Elisa de Armas

—Ay, lobo, ya no me devorás como antes.

—Son demasiados años repitiendo el mismo cuento, Caperucita.


Veritas odium parit

Marco Denevi

―Traedme el caballo más veloz ―pidió el hombre honrado―. Acabo de decirle la verdad al rey.


Sumisión

Lucía Casas Rey

―¡Desnúdate! ―ordenó el hombre.

La mujer se quitó con lentitud la ropa, luego la piel.


Del amor: III. Sus leyes.

Alfonso Pedraza

La ley que Pitágoras no quiso aceptar: la base de todo triángulo es, invariablemente, la infidelidad.


Fertilidad

Lola Díaz

A punto de terminar su relato, una ráfaga de viento se llevó las palabras. Cayeron en tierra fértil, y en primavera brotaron cuentos de colores.


In memoriam

José Manuel Ortiz Soto

Sin el último caballero andante rondando por ahí, los molinos de viento dejaron de esconderse tras su tierna apariencia de gigantes.


Tras el vidrio de reloj

Mónica Ortelli

Hace tiempo que nuestros encuentros fugaces no satisfacen a ninguna de las dos. Y encima, el otro rondando…


Las estrategias del amor

Gabriel Bevilaqua

Tras luchar la noche entera, las sombras, esclavas de sus cuerpos, se fingen hostiles.



Todos los textos son propiedad exclusiva de sus respectivos autores.

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