UN HOMBRE soñó que otro lo mataba a sangre fría. Todo comenzaba con el asesino sentándose frente suyo y proseguía con ambos tratando de bajarse en la misma estación de subtes, entre un mar de gente. De súbito, el sueño arrojaba al soñador al living de su casa, donde el criminal, pistola en mano, le decía algo antes de ejecutarlo que no alcanzaba a oír.
A lo largo de varias noches, el hombre padeció el mismo sueño hasta que una mañana en el subte, el asesino, de carne y hueso, se sentó frente a él. Aunque la perplejidad se le ocurrió mutua, cuando la multitud se arremolinó hacia las puertas, el soñador no vaciló en extraer un estilete…
Desde entonces el hombre vivió tranquilo hasta una tarde en la que, al ingresar a su casa, se imaginó otra vez en el sueño; pero supo que no lo era al oír a su interlocutor:
―Mi hermano gemelo tenía más cabeza que yo para ser detective; pero el destino quiso que la usara para ser escritor, y de los buenos. Tanto que todo lo volvía literatura, en especial, sus sueños.
Foto © Hielke Gerritse, Underground I
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10 comentarios:
Es increíble lo que puede crecer el suspense en tan pocos segundos :) Un beso, Gabriel
ahí, ahí, rompiendo los límites entre sueño, literatura y realidad. Me gusta
Saludillos
Almalaire y Puck, muchas gracias por vuestros comentarios.
Saludos cordiales.
Me gusta cuando se disipan las barreras entre sueño y realidad; entre personaje y escritor. Estupendo relato. Un saludo.
Muchas gracias, Sara, y bienvenida al Elefante.
Saludos.
Gabriel, quiero invitarte a que visites mañana viernes mi blog. Hay un microrrelato que, aunque lejos de este, aborda una idea parecida acerca de la magnitud de los sueños. Un abrazo.
Muchas gracias, Sara, y bienvenida al Elefante.
Saludos cordiales.
PD: espero que blogger no borre más comentarios :(
¿Y qué pasó?, Bueno, en la segunda parte.
Saludos.
Algunos cuentos cortos, no lo deberían ser tanto. Me ha encantado. Un abrazo
José, lo que pasó, tras las palabras del gemelo, debería inferirse del mismo texto. Espero que esté lo suficientemente claro.
(SPOILER: el sueño se cumple, pero el asesino es el gemelo, cosa que el soñador no sabía. Y aquél descubre quién era el asesino de su hermano al leer sus escritos: el también soñaba, de allí la frase "la perplejidad se le ocurrió mutua." Es decir, que si el protagonista no hubiera actuado, la segunda parte de su sueño no se hubiera cumplido).
Muchas gracias, Marce.
Saludos cordiales.
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