MI
VECINO «tiene» por mascota un elefante. Todas las tardes se engalana con sus
mejores prendas para sacarlo a pasear por el vecindario. Yo, sobra decirlo,
nunca he visto al elefante, pero le sigo la corriente para no entrar en
discusiones innecesarias. Por ejemplo, la semana pasada me dijo:
—Le
queda bonito, ¿no?
—Sí
—le respondí.
—Usted
también debería usar uno.
—Le
parece.
—Claro,
hombre, anímese.
Jamás
supe de lo que estábamos hablando. Lamentablemente, no hay cielo que de impoluto azul dure
cien años. Esta mañana mi vecino golpeó a la puerta.
—Mi
elefante —dijo— se ha subido a su techo.
Sonreí y le contesté:
—Seguro
que después se baja.
—No
lo creo, dice que usted lo invitó a quedarse todo el tiempo que desee.
—Mire
—suspiré antes de aventurarme entre espinas—, ahí arriba no hay ningún
elefante, usted lo sabe, ¿no?
Mi
vecino se puso blanco.
—Y
yo que creía que éramos amigos —dijo, y comenzó a caminar de un lado para el
otro—. ¡Ya sé lo que pasa! —gritó de repente—. ¿Cómo no me di cuenta antes?...
Usted siempre quiso adueñarse de mi elefante. ¡Lo voy a denunciar! —Y girando
sobre sí mismo se marchó a toda prisa.
—¡Uf!
—bufé—, con las ganas que tengo de lidiar con un loco en la comisaría.
—¡Quédese
tranquilo!, no lo va a denunciar, es pura espuma —dijo una voz desde el techo,
justo antes de que éste se desplomara. Poco después, la misma voz, ya de cuerpo
presente, gemía—: ¡Ay, ay, ay! ¡Maldito sea usted y su casa! ¡Ay, ay, ay!
—De
cajón me como, no una, sino dos denuncias —murmuré totalmente resignado.
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8 comentarios:
Divertido y conmovedor a partes iguales. Muy bien llevado.
Como dijo Cortazar, no cualquiera puede volverse loco; eso hay que ganárselo.
Me ha encantado el cuento, tiene la loca ternura que te caracteriza.
Hola, Sechat; tanto tiempo. Me alegra que te haya gustado. Gracias.
Y a mí me ha encantado tu comentario, Ángeles: ¡muchas gracias!
Saludos funambulescos
Gracias por la sinceridad, Julio. Para mí tampoco es de los mejores, aunque, confieso que igual me gusta; quizá porque me divertí bastante al escribirlo. Gracias.
Saludos cordiales
Nunca confíes en un elefante imaginario...
Saludos,
J.
Bueno, no es para tanto, José... creo ;)
Saludos cordiales
Me arrancó una sonrisa. Y leerlo precisamente en un día relacionado con Roald Dahl especialmente propio.
Gracias, Miguel Ángel. Sonreír siempre es bueno :)
Saludos cordiales
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