miércoles, 13 de enero de 2016

Algo así



ERA LA HORA en que el mar baja y los cangrejos salen de sus escondites, cuando casi me tropiezo con un tipo enterrado en la arena hasta el cuello. Me acuclillé a su lado. Él le agradeció a Dios por mi aparición salvadora, pero al comprobar que yo no hacía nada, primero me injurió, y luego me prometió riquezas inimaginables. «Lo siento —le dije mientras me apartaba del paso de los cangrejos—, pero considere usted que, con seguridad, jamás tendré otra ocasión de ver algo así».
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El presente texto resultó 1º finalista del III Certamen de microrrelato “Realidad Ilusoria”, que organiza anualmente Miguel Ángel Page.
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4 comentarios:

Elisa dijo...

Enhorabuena, Gabriel, estás en racha (también te llevaste el premio de la Inter, lo sé). Un abrazo y a seguir. Ojalá coincidamos muchas veces.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Doy por seguro que sí, Elisa :) Pero sobre todo a seguir.

Abrazos funambulistas

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Salvaje y delicioso.
Enhorabuena por la merecida mención.
Salud.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Miguel Ángel.

Saludos cordiales

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