
No hay dos sin tres, suele decirse, y nunca mejor que en esta ocasión porque la Editorial Dunken me acaba de hacer llegar un ejemplar del libro “Los vuelos del tintero”, donde un texto de mi autoría logra por tercera vez saltar al papel (las dos anteriores fueron “Manos que cuentan” y “Cuentos alígeros”). Del libro en cuestión participan 88 autores de todo el país con textos de hasta dos carillas de extensión; alternándose en el mismo microrrelatos, cuentos breves y otras formas ficcionales propias de la corta distancia. Vayan desde aquí mis felicitaciones para la editorial por llevar adelante esta iniciativa.
Pero basta de cháchara y vamos a los bifes. A continuación el microcuento (o fábula o microrrelato) que hace equilibrios entre las páginas del susodicho.
De caballeros y dragones
—ASDRAZIL, dime ¿dónde puedo hallar un dragón para contrastar mi valía? —demandó el caballero, tras meses de infructuosa búsqueda.
—He de informarle, Señor, que, gracias a gente como vos, no quedan dragones en este reino. No obstante, sé que al norte, en las inhóspitas tierras de Sibarg, donde pocos se atreven, se oculta el último y más sabio de su especie —dijo el mago, con indolente voz.
De inmediato, el caballero partió en su búsqueda; ocasión que Asdrazil aprovechó para despojarse —conjuro mediante— de su apariencia humana, y volar, despreocupadamente, hacia el sur.