lunes, 22 de agosto de 2016

Siempre



DICEN que hay algo malo conmigo. Lo dicen un par de señores de alas enormes y gesto grave. Yo les repito que te extraño como al aire y al agua, y ellos callan y se apartan y conferencian. Y llaman a otro señor y a otro. Finalmente, el más anciano de todos posa ambas manos sobre mi cabeza y sonríe. «¡Olvida, como Dios manda, a quien hayas querido!», dice, y yo, cuando él retira sus manos, sigo preguntando por vos. Una y otra vez. Siempre.
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4 comentarios:

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Preciosamente poético.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Miguel Ángel.

Saludos funambulescos

Ángeles dijo...

Ni los ángeles ni el mismísimo Dios tienen poder para controlar los pensamientos del corazón.

Felicidades por la poesía.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Ángeles.

Saludos cordiales

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