sábado, 12 de septiembre de 2009

La promesa




Estuvo casi hasta el alba dando círculos sobre el cementerio, no podía hallar su cripta. Al final, no le quedó otra que ocupar un nicho del panteón popular. Entre imprecaciones se juró que —aunque el hambre lo quemara— jamás volvería a alimentarse de un ebrio.


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8 comentarios:

Virginia Vadillo dijo...

Jajaja, el "ebrio" ese seguro que alguna vez había dicho aquello de "en la vida vuelvo a beber"!!
Sorprendente y con sonrisa final, muy bueno, como siempre!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Virginia, qué bueno lo de "sonrisa final", porque traducido (para el autor) significa que la mini ha cumplido su propósito :)

Saludos.

Marta Simonet dijo...

A R T E.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Bienvenida Marta, y gracias.

Saludos.

Palabras como nubes dijo...

Jajajajajaja, haberlo sabido antes! Así que por esto era? MUY bueno!
Saludos
Jeve-

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias Jeve, siempre es bueno saber que lo que uno escribe funciona :) Tu risa es la prueba.

Saludos.

EME A ERE I E ELE A dijo...

jajaja genial

Gabriel Bevilaqua dijo...

¡Gracias Eme -aunque, claro, exageres-!

Saludos.

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