jueves, 8 de mayo de 2014

El libro del cementerio



VIVIR en un piso veinte tiene sus cosas. En una ocasión, por ejemplo, una nube se coló por la ventana de mi dormitorio y se detuvo junto a mi cama. Atónito, sin cerrar el libro que estaba leyendo, limpié mis lentes y, al volver a colocármelos, descubrí que un ángel, escalerilla mediante, se había bajado de la nube. Con una sonrisa de oreja a oreja, me preguntó de qué iba el libro. Le comenté que se trataba de la historia de un chico que vive en un cementerio. Al instante me arrebató el libro de las manos y se puso a hojear las primeras páginas. «¡Huy, asesinos y fantasmas!», dijo, y me suplicó que se lo prestara, que a más tardar el jueves por la noche me lo devolvía. Le tomé la palabra y, acto seguido, lo ayudé a mover la nube hasta la ventana. Luego la abordó rápidamente, recogió la escalerilla y se marchó tan pronto como el aire se dignó a soplar. Desde entonces han pasado tres semanas y, aunque ya empezó a pegar el frío, continúo dejando, jueves o no jueves, la ventana abierta.
Necesidad vana que tiene uno de creer.
Safe Creative #1405080824499

El presente texto ha recibido en el mes de abril pasado una mención en el IV Certamen de relato corto para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
Nota: obviamente, el título del micro es un préstamo de la maravillosa novela homónima de Neil Gaiman.
.

jueves, 24 de abril de 2014

Mito solidario



ENTRE LOS ABORÍGENES KIBIRI de Nueva Guinea se considera que si una persona fallece de noche durante la luna nueva, no podrá hallar el camino hacia el otro mundo. En dicha circunstancia, es una obligación de los deudos más cercanos ayudar al alma en desgracia a efectuar su viaje final. Este mandato es asumido con tal responsabilidad por los Kibiri, que el antropólogo Robert Dixon-Kraus testimonia en su libro «The moon as myth in archaic societies» el caso de un hombre que, al contar sólo con tres de las cinco cabras que le requería el médico brujo por el ensalmo que alumbrara el sendero de su esposa, completó la diferencia con sus dos únicas hijas, para reposo de su conciencia.
Safe Creative #1005276437085

Aunque los lectores más antiguos de El elefante acaso lo retengan en la memoria, vuelvo a publicar el presente texto ya que se ha hecho acreedor de un accésit en la convocatoria 3x200 que organizara recientemente Cuentos para el andén.
.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Entre palada y palada



DE PRONTO te hallas en medio de una planicie nevada. Estás confundido y no sabes qué hacer, hasta que descubres, a tu izquierda y a tu derecha, sendos rastros de pisadas. Caminas durante horas siguiendo el de la izquierda, hasta que percibes, reconfortado, a dos hombres en la lejanía. Corres, y al llegar a su lado, les hablas y les gritas y haces grandes ademanes, pero ellos no pueden verte ni oírte. Entonces te callas, y observas cómo cavan un hoyo, y arrojan un cuerpo, del que no te habías percatado antes, en su interior. Acto seguido, uno de los hombres se jacta de lo bien que habían planificado el crimen. El otro asiente con la cabeza y convida a su compañero con un cigarrillo. Te arrimas a la fosa, y descubres en el rostro de aquel desgraciado, tu propio rostro. Al instante, te desvaneces, y al volver en ti, ves que los hombres continúan fumando distraídamente. Tanteas el piso y hallas una piedra. Deprisa sales de la fosa y se la estrellas en la nuca a uno y en la sien al otro. Luego, entre palada y palada, te preguntas adónde te habría llevado el rastro de la derecha.
Safe Creative #1402150151752

El presente texto ha recibido en el mes de enero pasado una mención en el IV Certamen de relato corto para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
.

martes, 18 de marzo de 2014

En algún remoto rincón



Cuando era niño, una etapa de mi vida que aún sigo sintiendo muy cercana, me encantaban los relatos breves. Me gustaban porque me daba tiempo a leerlos de principio a fin en los ratos que podía dedicar a la lectura en aquella época: el recreo, la hora de la siesta o los trayectos de tren. Nada más empezar, la historia me atrapaba y me transportaba a un mundo nuevo y desconocido y, en cosa de media hora, me encontraba de nuevo sano y salvo en mi casa, o en el colegio.
Hay historias que, si las lees a la edad apropiada, te acompañarán el resto de tu vida. Puede que olvides el título, o quién la escribió; puede que con el paso del tiempo no recuerdes con claridad los detalles de la trama, pero si un relato te conmueve en cualquier sentido, pasará a formar parte de ti y se instalará para siempre en algún remoto rincón de tu mente.
El miedo es la emoción más intensa y la que deja una huella más profunda. Si un escalofrío te recorre el cuerpo, si al terminar de leer te encuentras cerrando el libro despacito, como con temor y, a continuación, apartándote de él con cuidado, puedes estar seguro de que esa historia permanecerá en tu cabeza para siempre. A los nueve años leí un cuento que terminaba en una habitación con las paredes y el suelo cubiertos de caracoles. Creo recordar que los caracoles en cuestión eran carnívoros y que reptaban lentamente hacia alguien con la intención de devorarlo. Todavía hoy, con sólo recordarlo, siento los mismos escalofríos que sentí al leerlo por primera vez.
La fantasía te cala hasta los huesos. Hay una curva en una carretera por la que paso de vez en cuando desde la cual se divisa un pueblecito situado más allá de unas verdes lomas; por detrás del pueblo asoman unos montes parduscos y de aspecto escabroso y, al fondo del todo, unas montañas cubiertas de niebla. Siempre que paso por allí, recuerdo cuando leí El Señor de los Anillos. Ese libro forma parte de mí, sus personajes y la historia que relata se quedaron grabados en algún lugar de mi mente y, cada vez que contemplo ese paisaje, la fantasía de Tolkien vuelve  a cobrar vida en mi imaginación como por arte de magia.
[…]
Los cuentos son como ventanas diminutas que nos permiten asomarnos a otros mundos, a otras formas de pensamiento, a otros sueños. Son vehículos que nos transportan hasta los confines del universo y nos traen de vuelta a casa a tiempo para cenar.
Llevo casi un cuarto de siglo escribiendo relatos cortos. Al principio me fueron muy útiles para aprender el oficio y empezar a desarrollar mi estilo. Lo más difícil cuando eres un escritor novato es terminar algo, y eso fue lo que aprendí escribiendo cuentos. Ahora, la mayor parte de las cosas que escribo son historias bastante largas —cómics largos, libros largos o películas largas—, y escribir un relato breve, algo que puedo terminar en un fin de semana o, como mucho, en una semana, es una auténtica gozada.
Muchos de mis autores favoritos de cuando era niño siguen estando entre mis preferidos ahora que soy adulto; escritores como Saki o Harlan Edison, John Collier o Ray Bradbury. Hechiceros que practican la magia de cerca, que, con tan sólo veintisiete letras y unos cuantos signos de puntuación, pueden hacerte reír o romperte el corazón; y todo, en unas pocas páginas.
Otra ventaja que tiene un libro de cuentos es que no tienen porque gustarte todos los relatos que lo componen. Si tropiezas con uno que no te gusta, no importa; tarde o temprano encontrarás uno que sí.
[…]
Neil Gaiman
Introducción de El cementerio sin lápidas y otras historias negras (título original M is for Magic)
.

martes, 11 de marzo de 2014

El prisionero número trece



DEPOSITA EL CORAZÓN de su décima tercera víctima en el baúl, junto a los otros, y sonríe. Tras cinco años ha logrado rendir la superstición de que el número trece lo llevaría a la cárcel. «La única prisión ha sido la de mi propia ignorancia», dice, y cierra el baúl. Luego marcha hacia su mesa de trabajo y, dispuesto a recuperar el tiempo perdido y la atención de los medios, mira y remira una docena de fotografías. Finalmente escoge la de una veinteañera rubia que asiste a sus clases, y la pega con suma delicadeza en un frasco vacío. Vuelve a sonreír y, antes de irse a la cama, dispone en su maletín los libros de Borges y Cortázar, el cloroformo y el estuche de pana con su escalpelo favorito. Ignora aún que, apenas pose su cabeza sobre la almohada, la viva voz del corazón de su décima tercera víctima jamás le permitirá conciliar el sueño.
Safe Creative #1309305844593
.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Bugs



CUANDO KLAUS Y ANGÉLICA entraron por último al desván de la vieja casona abandonada, tampoco descubrieron nada raro. «¡Viste!, todas esas historias sobre fantasmas y seres fabulosos no eran más que desvaríos de gente ignorante», dijo el muchacho, algo desilusionado, en el preciso instante en que, desde una hendidura abierta fugazmente en el aire, surgía una esfera verde. Esta tendría unos dos metros de diámetro, palpitaba como un corazón y engullía los objetos —un baúl destartalado y un diccionario Larousse de sinónimos, entre otros— del espacio que la circundaba. En su interior, entre latido y latido, se podía ver un sinnúmero de máquinas, parecidas a calamares, moviéndose al unísono. Impertérrito, Klaus sacó su celular y comenzó a tomar fotografías; mientras Angélica, asida a su brazo, lo exhortaba a salir del desván. Veinte clics después, el joven atendió su pedido; y se dejó conducir, a toda prisa, hasta un par de cuadras del lugar. «¿Estás loco?», le dijo ella entonces, casi sin hálito. «Tengo que subir esto a internet —le dijo él, mirando las fotos, y agregó—: ¿Venís a mi casa?». Klaus nunca pudo entender por qué la muchacha le pegó una cachetada; pero se alegraba de ello, ya que tan molesto se había quedado con Angélica que, al colgar en sus cuentas de Facebook, Pinterest y Flickr las fotos, ni siquiera la mencionó. Como tampoco se la mencionó a su madre, ni antes ni después que esta se transformara, convulsiones mediante, en un agente de la Matrix.
Safe Creative #1312309703704

Tras cinco años de actividad casi ininterrumpida, «El elefante funambulista» se toma unas merecidas vacaciones. Volvemos a encontrarnos, si así lo desean, en marzo de 2014.
¡Y Feliz Año Nuevo para todos!
.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...