viernes, 29 de septiembre de 2017

Revelación



EN EL ANDÉN tomé asiento al lado de un hombre con una maleta. Hacía calor y el tren venía con demora. De repente, el hombre dejó la maleta sobre el banco y me pidió que se la guardase durante un instante. Asentí. Cinco minutos después, llegó el tren. Me puse de pie, caminé hasta la escalerilla del convoy y volví sobre mis pasos, varias veces. Por último, abordé el tren maleta en mano. Abandonarla hubiera sido una descortesía de mi parte; pero ahora me hallaba ante el problema de qué hacer para regresársela.  Entonces oí un «¡Cuac, cuac!» que provenía de su interior. Y luego otro y otro. Disimuladamente miré a los demás pasajeros, pero nadie parecía haberse percatado del asunto, pese a que los «¡Cuac, cuac!» iban in crescendo. Acto seguido, abrí la maleta y la voz cesó. Dentro había una muda de ropa, un cepillo de dientes y un patito de goma. Tomé al patito y lo apreté, pero no emitió ningún sonido. Acalorado, me aflojé la corbata y abrí la ventanilla. El patito me miró, dijo «¡Cuac, Cuac!», y salió volando. Tras cerrar la maleta, me hundí en mi asiento. Poco después el hombre de la maleta se sentó a mi lado.
—¡Gracias por guardármela! —dijo.
Iba a comentarle sobre mi indiscreción, cuando sacó el patito de goma de un bolsillo y lo volvió a la maleta. Al observar mi cara, dijo:
—No se preocupe, si no la hubiese abierto, nunca lo hubiera podido encontrar.
Coincidimos; y pensé en preguntarle cómo había abordado el tren, pero un último «¡Cuac, cuac!», para mi sorpresa, me reveló el misterio.
.

5 comentarios:

Ángeles dijo...

Observo que las maletas y los viajes de un tipo u otro (ya sean en tren, en bus, en armario...) forman parte de tu poética, es decir, son temas e ideas que aparecen con frecuencia en tus cuentos.
Me parece muy interesante, y la presencia de los patitos de goma les da a las historias un toque entre tierno e inquietante que me encanta.

José A. García dijo...

Ciertas cuestiones es mejor, preferiblemente, dejarlas en el misterio de la no explicación.

Saludos,

J.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Ángeles. No sé por qué aparecen esos temas, pero bienvenidos sean mientras vengan con historias ;)

Por ahí pasa la cosa, José.

Saludos funambulescos

Sara dijo...

Estoy de acuerdo con Ángeles, los viajes, los patitos de goma y esa singular maleta que puede esconder cualquier cosa son leitmotivs de tu poética. Ya veo que no lo haces deliberadamente. ¡Cuidado, entonces! Pues esos patitos de goma nos hablan de tu subconsciente mientras tú escribes maravillosos relatos con ellos.

Besitos.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Lo que más me llama la atención de todo esto es que, pese a que son de goma, no puedo lograr que estos patitos se pongan en fila ;)

¡Gracias, Sara!

Saludos cordiales


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