viernes, 11 de mayo de 2012

El microrrelato: Tesela a tesela



Mucho después, tras escribir más de cuatrocientos relatos, descubrí que la brevedad es el molde más apropiado para mi estilo de cincel y escoplo, de taracea ensamblada tesela a tesela; que es cierto que a las ficciones mínimas les conviene ser feroces como pirañas, pero quizá también frágiles como una gota de rocío en la que, de manera sugestivamente distorsionada, se refleja el mundo que la rodea. Supe de otras propiedades suyas: sacian como dátiles, su corto vuelo deja largas estelas, su parco ladrido siempre engaña, son misteriosas como lágrimas de dragón y, todavía para algunos, inconsistentes como las huellas de los pájaros en el aire. Averigüé que para romper amplias ventanas, Lichtenberg solía usar monedas de dos centavos. Y tuve la certeza de que un buen cuento breve o brevísimo puede ser confundido fácilmente con un pequeño lingote de oro de capela, el más puro según los alquimistas.
Ángel Olgoso
Imagen: Margarita Soyfertis, Pomegranate
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6 comentarios:

Laura dijo...

Qué belleza de homenaje al microrrelato, Gabriel. Y la imágen elegida, un mosaico de teselas, es también bellísima.

Me ha gustado un montón, aunque no lleve tantísimos "relatos" escritos (algunos sí, claro) ...

Un abrazo.

Unknown dijo...

Puñetazos de seda.

Francisco Espada dijo...

La metáfora es perfecta: el microrrelato como tesela. ¡Bravo!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Laura, Esgarracolchas y Francisco, me alegro que les haya gustado el post. Siempre resulta interesante saber cómo ven al microrrelato algunos de sus más destacados cultores.

Laura, al ritmo que escribes de seguro pronto llegaras a esa cifra :)

Saludos cordiales

Elisa dijo...

No sé si ya lo habrás recibido, porque circula a toda velocidad por nuestro entorno, pero te he dejado un regalo envenenado en mi blog.

Gabriel Bevilaqua dijo...

¡Muchas gracias, Elisa! Tan veloz circula que antes de responderte pase la posta.

Abrazos

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