LA MUJER se levanta para ir al baño y se da de bruces. Y mientras se acaricia el raspón en una de sus rodillas, se percata de que ahora tiene dos pies izquierdos. Prontamente, y como puede, regresa a la cama. Debería hacerse mil preguntas, pero siempre ha sido una mujer insegura, y sólo se pregunta cómo reaccionará su marido al enterarse de semejante novedad. Y, sin dejar de mirarse los pies, llora en silencio. De repente, el marido bosteza y se levanta para ir al baño. Ella se seca las lágrimas y se finge dormida. Entonces oye un golpe. Su esposo ha trastabillado. Él se mira los pies y, como puede, regresa a la cama. Acto seguido, su llanto desbocado inunda la habitación. La mujer lo abraza y le pregunta qué le sucede.
—No sé cómo —dice él—, pero ahora tengo dos pies derechos.
—Y yo, dos izquierdos —dice ella, al tiempo que le enseña los suyos.
Luego, apoyándose el uno en la otra, van juntos al baño.
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7 comentarios:
Una historia preciosa. Gracias por compartirla con nosotros.
Siempre tememos ser la única persona que tiene un problema determinado y nos callamos porque da miedo el rechazo de los demás. Pero cuando alguien menos temeroso se expresa, vemos que no somos los únicos que tenemos ese problema. Y compartirlo lo hace más llevadero y une a las personas.
Ésta es otra de tus sugerentes historias surrealistas, con una estructura superficial y otra profunda en el que cada lector puede ver algo más.
Fíjate que el amor se las arregla para darle a cada cual lo que al otro le falta. Es un relato de una ternura exquisita.
Besos.
Gracias a vos, MJ, por leerla. No recuerdo si ya alguna vez habías comentado, pero, en todo caso, bienvenida al Elefante.
Gracias, Ángeles, sos muy generosa.
Sara, gracias.
Saludos cordiales
Cuánta fantasía... Es una idea de ciencia ficción esa de ayudarnos los unos a los otros.
Saludos,
J.
Una historia hermosa de lo que significa realmente una pareja.
Y sí, José, podría catalogarse dentro de ese género.
Así es, Miguel Ángel.
Gracias y saludos para ambos
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