domingo, 21 de junio de 2015

El precio



LA NAVE abandonó el cañón en el patio de nuestra casa. Parecía antiguo y medía unos dos metros de longitud. Mamá, papá y el abuelo se pusieron a discutir sobre si era francés o alemán, si lo habrían usado en Waterloo, o si valdría lo suficiente como para liquidar la hipoteca. A mi tía, en cambio, se le había dado por colocarle margaritas en la boca. Yo no podía entender cómo no se enfocaban en lo que era realmente importante: ¡la nave alienígena! Harto de tanta discusión bizantina me retiré a ver la tele. Recién a la noche volví al patio. Mi tía permanecía junto al cañón pero ataviada con un traje ceñido y un casco. Se alegró de verme y me pidió que la ayudara. Me dijo que siempre había soñado con ser una mujer bala y que había llegado el momento de concretar su sueño. Razoné que aquello suponía demasiados riesgos, pero me entusiasmaba la idea. Al punto que, casi a la medianoche, disparé el cañón. Mi tía cortaba dichosamente el perfil de la luna cuando la nave alienígena la abdujo. No obstante, lo más extraordinario es que nadie en mi familia, excepto yo, la recuerda.
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El presente texto ha recibido una mención en la segunda propuesta anual del IV Certamen de relato corto para mesilla de noche que organiza el sitio Esta noche te cuento.
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9 comentarios:

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Intrigante relato. Ese chico o chica debe ser muy especial.

Ángeles Sánchez dijo...

Me parece un micro muy bonito, Gabriel. Esa sensación de soledad que le debe acompañar a uno cuando nadie más que él guarda un recuerdo, no tiene precio.
Saludos

Gabriel Bevilaqua dijo...

Miguel y Ángeles, gracias por vuestros comentarios.

Saludos cordiales

Belkys Pulido dijo...

Sólo una tía puede quedar en el recuerdo; su vestido ceñido y su esperanza puesta en un cañón abandonado. Sólo las tías inolvidables pueden hacernos confiar en los cañones de la imaginación.

Gabriel Bevilaqua dijo...

"Los cañones de la imaginación", me gusta esa imagen, Belkys :)

Saludos cordiales

Guillermo Altayrac dijo...

¡Me encantó este relato!
¡Saludos!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Guillermo. Y bienvenido a "El elefante".

Saludos cordiales

Yolanda dijo...

Excelente Gabriel, esa imagen de la tía cortando el cañon de la luna, me encantó.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias, Yolanda. Me alegra que te guste :)

Saludos cordiales

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