lunes, 23 de febrero de 2015

Suspirar de alivio



A AQUELLAS primeras gotas sobre el espejo supuse que las había salpicado yo mismo, como de costumbre, mientras me cepillaba los dientes. Pero a aquellas otras que habían comenzado a mojarme la cabeza y el torso, no podía, obviamente, atribuirles dicho origen. Entonces levanté la vista hacia el cielo raso. Una muchedumbre de nubes grises y negras lo enmascaraba por completo. Atónito, y con el cepillo aún entre los dientes, me refregué los ojos. Al abrirlos, las nubes no sólo permanecían allí, sino que ahora dejaban caer una cortina de agua tenaz y gélida. Me enjuagué la boca y salí del baño escoltado por la lluvia. A medio camino de la puerta de calle, me sorprendió una letanía de relámpagos y truenos. Corrí el trecho que me faltaba, introduje la llave en la cerradura y procuré, una y otra vez, hacerla girar. Pero la llave se rompió, y al arrojarla al piso me percaté de que el agua me llegaba hasta las rodillas; y subía y subía. Desesperado, busqué el auxilio de las ventanas del living, el comedor, la cocina…
Una hora después, mientras me encontraba haciendo la plancha a escasos centímetros de las nubes, la lluvia cesó tan inesperadamente como había comenzado. Suspiré de alivio. Lo que aún no sabía era que el agua iba a demorarse una semana en bajar.
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3 comentarios:

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Me trajo a la cabeza la canción de Crowed House "Weather With You".

Gabriel Bevilaqua dijo...

Miguel, no conozco el tema ni el grupo, así que lo voy a buscar.

Saludos cordiales

Gabriel Bevilaqua dijo...

Hola, Julio. Desconocía el poema, pero, como decías, viene como anillo al dedo (muy interesante como se pueden interelacionar los textos y las lecturas). Gracias por la recomendación.

EL AGUA (Miguel Arteche)

A medianoche desperté.
Toda la casa navegaba.
Era la lluvia con la lluvia
de la postrera madrugada.
Toda la casa era silencio,
y eran silencio las montañas
de aquella noche. No se oía
sino caer el agua.

Me vi despierto a medianoche
buscando a tientas la ventana;
pero en la casa y sobre el mundo
no había hermanos, madre, nada.

Y hacia el espacio oscuro y frío
y frío el barco caminaba
conmigo. ¿Quién movía
todas las velas solitarias?

Nadie me dijo que saliera.
Nadie me dijo que me entrara,
y adentro, adentro de mí mismo
me retiré: toda la casa.

Me vio en el tiempo que yo fui,
y en el seré la vi lejana,
y ya no pude reclinar
mi juventud sobre la almohada.

A medianoche busqué
mientras la casa navegaba.
Y sobre el mundo no se oyó
sino caer el agua.

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