
LOS
GATOS de Kaeronel son invisibles a los ojos de los perros. Resulta impagable
ver cómo le toman el pelo a los más terribles e inicuos canes. Por eso, cuando
concluyó mi trabajo en Kaeronel, y pese a la prohibición de sacar a los gatos
del país, no pude renunciar a Suzie. Ignoraba que su invisibilidad se invierte
fuera de Kaeronel; es decir, con el tiempo se vuelven invisibles a los ojos
humanos y visibles a los de los perros. Día tras día, contemplé amargamente
como Suzie ganaba esa trasparencia que uno supone sólo propia de los fantasmas.
El día que finalmente desapareció, me recuerdo, frente al espejo, acariciando
el fingido aire entre mis brazos. Para colmo con la invisibilidad vino el
cambio de carácter. De silenciosa como un ángel pasó a alborotadora
profesional. Conciliar el sueño se volvió una hazaña. Una noche, extrañado de
no oírla, salí en su búsqueda. Hallé a un perro gruñéndole al vacío. Luego
sobrevino un maullido, unas dentelladas, el silencio. Y, tras la oscuridad de
un hilo de sangre, el regalo de verme por última vez en sus ojos.
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