lunes, 12 de noviembre de 2012

La caída (I)



«CONSERVA LOS OJOS CERRADOS Y ESTARÁS A SALVO», me susurra una voz cada vez que comienza a calentar el sol. Ignoro cuánto tiempo ha transcurrido, pero a los pájaros ya no les extraña mi presencia: una pareja de jilgueros ―sus notas me recuerdan los fines de semana en la casa del abuelo― ha anidado sobre mi cabeza. Yo, que siempre fui tan atildado, me azoro al pensar en lo ridículo de semejante corona. Sin embargo, postergo una vez más mi decisión de poner punto final a esta incertidumbre. El abuelo, lo sé, jamás me perdonaría que algo les sucediera a los polluelos.
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13 comentarios:

Ana dijo...

No deberíamos extrañarnos de llevar pájaros en la cabeza, ni calificarlo de ridículo. Hay que asumirlo!! Eso sí, cuando sale el sol cerremos los ojos, por las dudas.

Me encantó.
Un abrazo!

Francisco Espada dijo...

Los pájaros en la cabeza son signos de incomprensión, no de locura.
Saludos

Laura dijo...

Me gusta especialmente tu forma de cerrarlo, con esa reminiscencia de la voz del abuelo en su cabeza para no olvidar cuidar a los pobres polluelos.

Creo que tengo pájaros en la cabeza Gabriel, ¿será que debo cerrar los ojos más a menudo?.

Esa ilustración me encantaría que fuera mía, Visitaré a Gabriela a ver qué otras realiza.

Un abrazo por tu buen hacer, siempre tan "ajustado y acertado".

Cortacuentos dijo...

Si señor. Con la magia de una ficción o surrealismo buen llevado, al que hay que sumar un estilo propio inconfundible. Supongo que son las razones por las que me asomo a tu ventana, relato tras relato.

Una perta.

Anónimo dijo...

:) Mientras sólo sean un par de jilgueros... Yo llevo docenas, de todas las especies ¡Y como cantan los condenados! Sobre todo las urracas, esas grandísimas incomprendidas


Delicioso :)

puri.menaya dijo...

No hay que avergonzarse de tener pájaros en la cabeza. Lo que no entiendo es la incertidumbre, ¿incertidumbre de qué?
Me gusta mucho la ilustración, esa cabeza llena de pájaros cuyas alas son los rayos del sol.
A mí también me gustan las urracas como a Alma, son preciosas con sus alas irisadas negras, azules, verdosas...
Besos con silbido de jilgueros.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Sí, Ana, mejor cerremos los ojos :) Gracias.

O de fantasía, Francisco.

Gracias, Laura. En efecto, la ilustración es excelente.

Gracias, Cortacuentos; especialmente por lo de estilo propio inconfundible :)

Jajaja, Alma, no sé por qué no me sorprende lo que dices ;)

Puri, la incertidumbre de no saber si realmente pasará algo malo si desobedece a la voz.
En cuanto a la ilustración ha sido una ventura el hallarla.


Desde la cuerda, con la pértiga llena de jilgueros y urracas, El elefante les da las gracias a todos por sus comentarios y los saluda cordialmente.

Belkys Pulido dijo...

Tuve una amiga que ponía cohetes domésticos cuando las palomas le anidaban en el aparato del aire, afuera. Reguero de plumas y sustos cuando explotaban aquellos ruidosos artefactos, pero lo peor era su enojo desconociendo nidos y arrullos. Vale no moverse si descubres un nido allá donde otros sólo presumen cabellos pintados o sombreros.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Ay, Belkis, ¡qué terrible!; mejor quedémonos con eso de no moverse si se produce el descubrimiento… ;)

Jessica Piqueras dijo...

Tus palabras tienen música, ¿será por el canto de tu corona?

He revisato tu blog y me he quedado impresionada, está lleno de textos de calidad.

La ilustración: un muy bello descubrimiento.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Muchas gracias, Jessie, que a un escritor le digan que sus palabras tienen música es uno de los piropos más lindos porque es bastante difícil hallarles ese ritmo, ese pulso especial para que te dejen esa sensación :D

Saludos funambulescos

Anónimo dijo...

muy bueno...permiso...abrazo.Rosío...

Gabriel Bevilaqua dijo...

Lleve, lleve, Rosío, sé que con usted los jilguerillos estarán en buenas manos ;)

Saludos cordiales

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