martes, 30 de octubre de 2012

Mojar la mano



No sé lo que es un cuento. Un cuento me parece lo más fino y personal y lo menos manchado que puede hacer un escritor. Quiero decir finura literaria y, cuando hablo de manchado, me refiero a manchas de conciencia. El cuento es sincero siempre hasta resultar fantástico y descabellado y apura la verdad tanto que resulta pueril. Es esforzado, ya antes de nacer, porque busca al niño en el hombre ―por eso muchas veces se pierde―, y tan generoso que sólo pretende, a veces, hacer reír a su papá. El cuento no es necesariamente risueño, pero guarda siempre algo de risa, aunque sea dentro de una lágrima. Si no existiera Dios, habría que inventar un dios para los cuentos, porque son creyentes. El cuento ―que nos hace meditar con suavidad y nos muestra el mundo como desde una vidriera policromada― camina con soltura por el corazón y la metafísica. La realidad, en el cuento, se sirve de la fantasía para ser real más hondamente. Para decirnos lo que él cree la verdad, miente todo lo posible, como el amor. El cuento es tan sorprendente que hasta puede no ser así. Pero creo de verdad que el escritor que hace un buen cuento moja su mano en agua bendita y se limpia de pecados veniales.
Medardo Fraile
Cuentos con algún amor
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7 comentarios:

Laura dijo...

La realidad en el cuento se sirve de la fantasía, no es necesariamente risueño, busca al niño que el hombre esconde, es sincero hasta resultar fantástico ...y resulta que quien lo escribe, confiesa en la primera frase no saber qué es un cuento!!!.

Me ha gustado de principio a fin y creo que es un razonamiento muy cercano a la "realidad del cuento".

Gracias Gabriel por acercarnos tantos textos buenísimos. No me cansaré de venir aquí en busca de tus dosis de inspiración y de tus hallazgos.

Besos desde mis palabras.

Anónimo dijo...

¡Que hermosura!

(Seguro estaba hablando de ti)

Un beso

Francisco Espada dijo...

El cuento "busca al niño en el hombre". Quizá la mejor definición que me hayan dado de lo que significa un cuento. ¡Genial!
Un abrazo

Ana dijo...

Me encanta lo que dice del cuento. Nunca tan bien definido.
Aquí te dejo un link con un cuento de Spencer Holst, "La cebra cuentista", que habla un poco del oficio del cuentista.

Un abrazo!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Y yo no me cansaré de que vengas, Laura ;) Dicen por ahí que en el momento en que uno sabe exactamente lo que es un cuento, automáticamente pierde la facultad de escribirlos… Así que mejor quedarse con aproximaciones como la presente, que arranca con ese maravilloso “no sé lo que es un cuento”

Jaja, qué exagerada, Alma ;D Gracias.

Sí, Francisco, coincido: es una de las mejores definiciones que he leído (desde lo poético, que son las únicas realmente válidas).

Ay, Ana, el link no aparece. De todas maneras, San LaRed provee ;) Pinta como un libro interesante ―ya tenía referencias del mismo―, ¡habrá que conseguirlo! Gracias.


Saludos funambulescos

Romina E. dijo...

Me encantó, en particular el "hacer reír a su papá".-
Besos!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Me alegra, Romina.

Saludos

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