ÉRAMOS TRECE HOMBRES, trece soledades puestas de dos en dos en el bote, salvo el teniente que, aferrado al timón, se diluía más y más en la niebla hasta ser sólo una voz que cada tanto nos recordaba su presencia. Quién sabe en qué instante, un olor nauseabundo nos obligó a dejar de remar para calarnos unos pañuelos. Un camarada sugirió entonces que esperásemos a que bajara la niebla, que desobedeciéramos al teniente, que teníamos una oportunidad. Un ¡Remen!, enfático como un látigo, nos volvió al silencio y la obediencia.
Yo conocía bien al teniente, éramos los dos únicos veteranos en el bote, y sabía que jamás admitiría que nos habíamos extraviado y que la misión ya no tenía sentido.
En realidad, ni la niebla ni el que estuviéramos ―hace horas, quizás días― dando vueltas en círculos me preocupaba; pero aquel olor cavando hasta nuestras almas, era distinto… Tanto que pensaba seriamente en arrojarme a las aguas cuando dimos contra algo. Entonces la niebla, como si nunca hubiera existido, se disipó y nos enfrentamos a otro bote, idéntico al nuestro, con los cuerpos de trece hombres en avanzado estado de descomposición.
Sin inmutarse, el teniente apartó el bote intruso y ordenó que continuáramos remando; a la vez que la niebla, junto al olvido del hallazgo, volvía a caer sobre nosotros.
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19 comentarios:
Magnífico y devastador, me gustaron las soledades puestas de dos en dos y el diluido en la niebla.
Me hubiera encantado más ímpetu o más fuerza en la declaración de arrojarse al agua.
Saludos: Yunuén (como la isla del lago de Pátzcuaro, en Michoacán México, voz purépecha de "Media Luna". Visita el lago un 2 de noviembbre, día de muertos, pa' que te asombres de las tradiciones indígenas que ahí perduran).
Muy bien llevado el bote a la deriva y ese olor que "cava" hasta el alma. La imagen final es impresionante
Saludillos
Muy bueno y terrible. Entiendo que no se tiren por la borda, hay un látigo, un olor, una incertidumbre, una niebla,... (yo no lo haría) y pienso que, después del encuentro con la otra barca, no queda otra que seguir porque... en realidad no tienen nada a lo que aferrarse. Creo que van a tener que seguir remando, intentando huir, aún a sabiendas de que no lo consigan.
Quién sabe si aquellos cadáveres no hicieron caso al teniente y dejaron de remar, rendidos ante la angustia de una incierta salida de aquella espiral.
Gran cuento, Gabriel. Me permitirías incluirlo en mi microteca?
Abrazos
¡Magnífico!
Cuánta ternura me da el teniente cabezón que ni siquiera puede poner su soledad al lado de otra. Un beso, Daniel
Yunuén, Media Luna, Yun... nombre, significado y apócope son uno más bello que el otro; si tuviera que elegir, me quedo con...
Muchas gracias, Yun, por lo de magnífico, por señalar lo que echas de menos en el relato, y por la información :)
Muchas gracias, Puck.
Luisa, crees bien: van a tener que seguir remando; el único consuelo es el olvido tras cada encuentro...
Interesante lectura, El hereje.
Patricia, cómo no te lo voy a permitir, si una de las cosas más lindas para un amontona letras es que un lector atesore, en este caso en su microteca, un texto suyo. Avanti!
Muchas gracias, Verónica.
Estimada Alma, pero en quién estarías pensando... uhmmm. ;)
Muchas gracias a todos por vuestra generosa lectura.
Saludos.
Ya está hecho, muchas gracias Gabriel!!!
Bien, muy bien, con todo lo que necesita para llegar al lector e impactar en él.
J&R
Tus relatos bélicos son capaces de crear una atmósfera envolvente y angustiosa. Es sorprendente que consigas transmitir tantas sensaciones, y de manera tan plástica, en textos breves.
Este texto es magistral, enhorabuena, Gabriel.
Muchas gracias a vos, Patricia.
Jeve y Ruma, muchas gracias.
Ay, Elisa, que después uno termina creyéndose esas cosas.
Saludos cordiales.
La niebla juega aquí un papel inquietante en esas 13 almas que van a la deriva.
Un gran micro, sin duda.
Abrazos.
Impresionante.
MJ y Pablo, muchas gracias. Por cierto, MJ, bienvenida al Elefante.
Saludos funambulescos.
Grandioso relato. Magistralmente narrado. Me ha encantado.
Un saludo.
Muchas gracias, Sara. Yo encantado de que te haya gustado.
Saludos funambulescos.
Me vi entre la niebla, entre los remeros, incluso me tapé la nariz por el repulsivo hedor. Me encantó. Saludo.
Muchas gracias, César; de seguro ya lo sabes, pero lo que dices es el mejor elogio para un autor.
Saludos.
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