domingo, 7 de marzo de 2010

La brevedad de un trago



JUAN «TRES MUERTES» era su apodo. Nadie sabía con certeza el porqué. La vieja Alaura soltaba historias de asesinatos, de deudas saldadas con la ley de los hombres y pendientes con la de Dios. Patrañas con las que los niños nos divertíamos al calor de la lumbre.


Lo cierto es que los mayores le temían. Le temían a su gesto adusto, su andar ligero y al duplicado abismo de sus ojos. Pero sobre todo, a su costumbre de acudir a la cantina una vez a la semana, por un güisqui que nunca tomaba.


Una tarde quise desentrañar dónde vivía y lo seguí. En pleno bosque, una rama seca se cruzó en mi camino y su crujido me puso en evidencia… «¡Sal!», vociferó, con calculada cólera. Al enfrentarme con sus ojos tristes, ya no tuve miedo. Platicamos hasta que, sorprendidos por la noche, me acompañó de regreso al pueblo y me invitó mi primer trago. Güisqui para él y zarzaparrilla para mí.


Desde entonces han pasado muchos años. Juan «Tres Muertes» ya no va más al pueblo. Aunque, una vez a la semana, los campesinos suelen verlo por el prado recogiendo flores para nuestras tumbas.


Safe Creative #1003015660121

Foto © Chasing Magic


12 comentarios:

Virginia Vadillo dijo...

Gabriel, has publicado antes este cuento en otro sitio? Es que, no sé, tengo la sensación de haberlo leído antes... Es muy bueno, igualmente. Pero sácame de la duda, es posible que ya lo conociera??

Gabriel Bevilaqua dijo...

Bueno, Poetízame muchas gracias por la selección y, especialmente, muchas gracias al amigo/a que se tomó el tiempo de proponer mi rincón como Blog de la semana :) ¡Qué haya suerte para todos!

Sí, Virginia, es posible que lo conocieras si en algún momento te diste una vuelta por el Descensor. Ahí publiqué una primera versión, pero te aseguro que la presente, aunque la estructura y la historia es la misma, estéticamente está varios peldaños por encima -uno va aprendiendo-.

PD: Maestra Virginia, se ha dado cuenta que he hecho uso en esta respuesta de sus enseñanzas ;)

Saludos.

Soledad Arrieta dijo...

Tenebrosamente excelente. Un final escalofriante, Gabriel, me encantó.
Mucha suerte con Poetízame, estoy segura de que te va a ir muy bien, ya conocés la opinión que me merece la calidad de lo que hacés.
Cariños!

Elisa dijo...

Enhorabuena por tu selección.
Yo no tengo dudas como Virginia, lo había leído ;). Me gusta que no te rindas a la opinión generalizada de la mini-mini, si el texto lo requiere, bien están las maxi-minis. La creación de la atmósfera también es importante y en este caso está muy bien conseguida (como también lo estaba en La fiera, que fue otro relato que me encantó), no todo es agudeza y condensación.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Gracias Sol. A propósito, ¿fuiste vos la que propusiste mi blog para el sitio? Y a vos, ¿cómo te fue?

Elisa, a mi me encantan las minificciones breves o hiperbreves pero el género aguanta, al menos, hasta las 300 palabras antes de entrar en el terreno del cuento corto (que también me apasiona como todo la cuentística en sí y, ¡bah!, la novela también, especialmente la nouvelle). Como bien dices, parece ser que algunos microficcionistas (y lo que es más preocupante, algunos formadores) al leer ante sus ojos una mini que pasa las cinco o seis líneas lo primero que apuntan es “hay que cortar”.

Sí, es cierto que cuando más corto, más ajustado debe estar un texto; pero también puede tener trazas hasta de cierto barroquismo (se me viene a la memoria “La inmolación por la belleza”, de Marco Denevi, una joya de mini, abundante en descripciones y bellísima). Tal vez deberían abrevar en “El libro de la imaginación”, de Edmundo Valadés, donde hay sobrados ejemplos de maximinis (como “Yo insulté a la mesera”, “Aviso”, “La aventura”, etc.). En fin, no te preocupes que no me rindo a un estilo. Lo importante es probar y darle al texto la longitud que pide, y si es el caso que pase la frontera y se convierte en cuento corto, bienvenido, mientras sea bueno :)

Jeje, creo que me extendí un poco ;)

Saludos y gracias a ambas.

Virginia Vadillo dijo...

Sí, probablemente lo leí en el Descensor... Y no sé si esta es estéticamente superior, pero creo recordar que al final de aquella Juan Tres Muertes pasaba a llamarse Juan Cuatro Muertes... creo que con ese detalle se entendía mejor el final, pero ya sabes, para gustos...
Y sip, ya vi que has usado mis conocimientos ;) jejeje, los misterios del html!! XDDD
Besos!

Soledad Arrieta dijo...

Sí, fui yo quien te sugirió, pero lógiamente desde allí evaluan la calidad de los blogs sugeridos, así que allí estás por mérito propio (sólo que alguien necesariamente debía darte a conocer).
A mi me fue muy bien, pero quedé última (eso se llama optimismo, jaja).
Por cierto, porqué no ponés un cartelito en tu próxima entrada que alerte a tus lectores de tu participación allí?
Cariños Gabriel!

Gabriel Bevilaqua dijo...

Virginia, valoro mucho tu sinceridad. Si un texto te parece confuso —como el presente, al menos respecto al final—, no te gusta, detectas errores, o lo que fuera, siéntete siempre libre de decirlo. Esas opiniones —sobre todo cuando vienen de buena fe, como es el caso— son muy valiosas y ayudan. Precisamente uno de los motivos de publicar estos textos con ínfulas literarias en una bitácora es contar con la opinión y valoración de ustedes :)

Sol, como diría un conocido personaje “lo sospeché desde un principio” ;) Ahora en serio, muchas gracias por tomarte el trabajo de proponer mi bitácora a consideración. El hecho de que haya pasado el tamiz, para mí ya es suficiente premio.
¿Última? ¿Cómo pudo ser? ¡Exijo un recuento de votos ya! ;)

Saludos cordiales.

Elisa dijo...

Me encanta que te hayas extendido, porque es un asunto que me da vueltas. Me resulta sorprendente que un género tan híbrido y, desde cierto punto de vista, reciente, se quiera a veces ceñir a unos parámetros excesivamente rígidos. Al respecto, me parece ilustrativo el Microrrelato de una sola noche de Isabel González.

Gabriel Bevilaqua dijo...

Sí, Elisa, pareciera que sólo existe un modelo de microrrelato: el superconciso, telegráfico; tipo de micro, dicho sea de paso, que me gusta y cultivo pero también me gusta explayarme, probar climas, usar adjetivos, etc. Como dices, un género híbrido; juguetón; si se quiere, incluso, experimental; comienza a ceñirse a patrones un tanto asfixiantes. Te dejo una inquietud: qué harían muchos, por ejemplo, con las metáforas del "fuego de los fuegos" y el “gallo de fuego” —que sí, bien podrían eliminarse en pos de una mayor síntesis; yo, en tal caso, diría "¡qué lástima!"— en el siguiente y bello micro:


Amores
De Eugenio Mandrini

Ya vieja y solitaria, ella no deja de pensar que el amante de su vida había resultado ser un inmoral y, por eso, en las noches lo sueña en el infierno retorciéndose en el centro del fuego de los fuegos mientras ella lo mira impasible y sin remordimiento.

Ya viejo y solitario, él no deja de pensar que la amante de su vida había resultado ser una aventurera y, por eso, en las noches la sueña en el infierno bajo el gallo de fuego que le picotea sin pausa su antigua belleza mientras él la mira impasible y sin remordimiento.

Argucias de los viejos amantes para volver a encontrarse dónde sea, cómo sea, una vez más.

Unknown dijo...

Me gusta más esta versión, se nota ese aprendizaje, aunque ya de siempre tus relatos me gustan mucho.

Hay una parte de aquella versión que he echado de menos, es más creíble la justificación del "gallinita" para seguirle al bosque.

Lástima que el elefante funambulista hace mucho que no se sube al descensor...

Gabriel Bevilaqua dijo...

Jesus, gracias. Trataremos de que el Elefante se vuelva a subir al Descensor, sí señor.

Saludos.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...