lunes, 26 de septiembre de 2016

Apego



EL FANTASMA que todas las noches deambula por la cornisa es muy educado. No arrastra cadenas que hagan ruido, ni espía a través de las paredes, ni asusta a la gente buena. Cada tanto recita versos tristes a la luna o entona tangos de los años treinta. También es buen conversador, con él he departido, durante mis frecuentes noches de insomnio, sobre los más variados temas. Lo cierto es que le he tomado cariño. Tanto que hoy, cuando termine su jornada, como de costumbre, saltando al vacío, lo voy a acompañar.
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martes, 6 de septiembre de 2016

La venganza es un plato que se sirve frío



—BUENAS TARDES, soy Javier Brizzi —dijo el tipo apenas abrí la puerta.
—¡Vaya! —sonreí—, yo me llamó igual.
—Sí, pero yo soy el auténtico —repuso el otro, y con paso firme traspasó el umbral.
—¡Oiga! —protesté mientras él se arrellanaba en mi sofá preferido—. Si esto es una especie de broma, es de muy mal…
—Le doy diez minutos para que se marche, caso contrario lo haré sacar por la fuerza pública.
—¿Está usted chiflado? —vociferé—, ¡yo de aquí no me muevo!
A poco un par de policías comprobaban, documento mediante, que el intruso se llamaba Javier Brizzi; yo, en cambio, no podía encontrar mi DNI. Comenzaba a preocuparme cuando llegó mi mujer.
—¡Adriana, haceme el favor de decirles a estos caballeros quién soy yo! —rugimos al unísono ambos Javieres.
La mirada de Adriana se paseó por mi cara y por la del impostor, hasta que, al tomar conciencia de la situación, me sonrió de manera casi imperceptible.
—No sé quién es este señor —dijo, y entregándose a los brazos del otro, agregó—: ¡Pero éste es Javier Brizzi, mi marido!
—Supongo que ella nunca acabó de perdonarme —atiné a murmurar mientras me sacaban de la casa.

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